Cecilia Grierson, orgullo de mujer

FOTOTECA

Cecilia Grierson hizo de la adversidad y el prejuicio su principal desafío. Vida, obra, luchas y conquistas de la primera médica argentina.

Persevera y triunfarás. Vaya si de eso ha sabio Cecilia Grierson, la primera médica argentina, graduada a los 30 años de edad en la Universidad de Buenos Aires, allá por 1889. Sí, tiempos en que la mujer era “sexo débil” y nada tenía que hacer en cuestiones de incumbencia masculina. Con decirle que, cinco años después de haber recibido su título, y concurso mediante, a la buena de Cecilia le fue negado el cargo de profesora sustituta de la Cátedra de Obstetricia para parteras. Sí, sólo por ser mujer. Sin embargo, lejos de toda debilidad, Cecilia Grierson fue pura fuerza: más de 30 años debieron pasar para que una fémina, María Teresa Ferrari de Gaudino, se alzara con aquel cargo. Y en su transcurrir, una vida de luchas y conquistas. Cecilia Grierson alzó la voz, pregonó con el ejemplo, y lo hizo posible.

Alumna prodigio

Hija de colonos irlandeses, Cecilia Grierson descubrió su vocación por la medicina en sus pagos entrerrianos, allí donde asomó al mundo el 22 de noviembre de 1859. Tras desenvolverse como maestra rural, fue la enfermedad de una amiga aquello que la llevó a inmiscuirse en las ciencias médicas; aunque no sin sufrir los prejuicios de la época. A palabras necias, oídos sordos… Pues nada haría apartar a Cecilia de su camino. De hecho, aún antes de recibirse, la muy corajuda fundó la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino. ¡Qué no sería capaz de hacer una vez graduada! Le digo más, uno de sus grandes aportes a la medicina lo haría desde su tesis “Histero-ovarotomías ejecutadas en el Hospital de Mujeres, desde 1883 a 1889”, desarrollada a partir de su experiencia como practicante. De allí que, ni bien recibida, y con el título aún tibio, fuera incorporada al Hospital San Roque (actual Ramos Mejía) para trabajar en el área de ginecología y obstetricia. Gran camino gran hasta aquí, el transitado por Cecilia. Sin embrago, su gran historia apenas comenzaba.

Sin fronteras

A la velocidad de un rayo, más no sin sudor en su frente, Cecilia Grierson superaba nuevos retos; al tiempo que redoblaba sus metas. El año 1891 la encontró entre los miembros fundadores de la Asociación Médica Argentina; mientras que el año 1892 la hizo partícipe de la primera cesárea del país. Inteligencia, dedicación, perseverancia, prestación al trabajo y mucha valentía…flor de ingredientes para el cóctel de brillantez del que supo embeberse esta profesional. Todo cuanto supo llevarla lejos, y en el más literal de los sentidos. A fines de siglo XIX, su destino fue el viejo continente: en 1899 desempeñó la vicepresidencia del Congreso Internacional de Mujeres, en Londres. Y aún le restaban cinco meses de cursos de perfeccionamiento en Ginecología y Obstetricia, en París. Además de algunas visitas a clínicas y hospitales de Viena, Berlín… ¿Acaso había fronteras para el ímpetu y la pasión de Cecilia Grierson?

Mujer, en tu grato nombre

Así pues, tras tanto camino andado, la lucha de Cecilia excedió su vocación. Habiéndole dedicado una vida a la medicina, más no sin olvidar su condición de mujer -aquella que ameritó doblemente cada logro alcanzado- llegaba el turno de hacerse oír; más ya sin guardapolvos a la vista. Pues su defensa al género no se limitó al terreno de la medicina, no, no. Cecilia Grierson participó activamente del Primer Congreso Feminista Internacional realizado en Argentina. Y fue el turno de reclamar por los derechos femeninos, también en el ámbito civil y político. Voz autorizada si las hubo, la de nuestra protagonista. Sólo que la ingratitud no se privaría de hacer de las suyas, al menos, durante los últimos años de vida de Cecilia. Quien, aún sobreviviendo con una módica jubilación, no quiso partir sin dejar un último legado. Poco antes de morir, el 10 de abril de 1934, donó al Consejo Nacional de Educación su propiedad en la cordobesa localidad de Los Cosos, su morada final, donde se construyó luego la escuela que hoy lleva su nombre.

Acaso la última perla de una vida destellante, más sin lujo alguno. Esa fue Cecilia Grierson, una luz que hizo camino en la aún inacabada marcha con la que el género femenino hace valer sus derechos. Una lucha sin final, pero que ha hallado en la vida y obra de Cecilia, uno de sus tantos y agradecidos comienzos.

Abrir chat
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?