Pierre Benoit… ¿Rey está?

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¿Fue el arquitecto Pierre Benoit el mismísimo Luis XVII, último rey de Francia? Misterios y tabúes de una historia que cruzó el océano.

Entre Europa y América hubo más que un mar. Lejos de toda literalidad, así lo fue al menos para el francés Pierre Benoit. Hombre sin edad ni fecha de nacimiento, apenas surcada su existencia en suelo nacional por una única certeza numérica: los 34 años que residió de este lado del charco. Por lo demás, todo es misterio. Desde su arribo al puerto de Buenos Aires aquel 1 de julio de 1818, Pierre Benoit comenzó una vida nueva; más nunca librada de los fantasmas de su ayer. ¿Rey está?

Lo primero es la familia

Claro que cuando la duda a cerca de Pierre Benoit no había sido aún sembrada, las cosas no le fueron fáciles. Mucho menos, en el amor. Su matrimonio con María de las Mercedes Leyes de Espinosa no fue cosa fácil, pues a los padres de la muchacha no les convencía este francés sin pergaminos. Sin embargo, no solo consiguió esposarla; sino que se dio el gusto de agrandar la familia con la llegada de dos hijos: Petrona y Pedro, quien, a su vez, fue padre de Dolores Cándida. Posteriormente, esposa de José Matías de Zapiola, con quien concibió a Federico Zapiola. ¿Menuda danza de nombres, verdad? Vea usted, no en vano repasamos tal árbol genealógico. Pues la familia Benoit, amén de todo bien material, se hizo del mayor legado que Pierre Benoit podría haber dejado: su verdadera identidad. Un secreto, un tabú de difícil mutismo, quebrado por Federico allá por 1941, a través de un libro en que sembró públicamente la semilla de la duda: ¿era Pierre Benoit en verdad Luis  XVII, último rey de Francia?

Mi pasado me delata

El hecho es que Benoit nunca dejó mayores certezas que las contadas a cuentagotas en el seno familiar y algún que otro guiño misterioso en la que fue su nueva vida en suelo nacional. De la boca del propio Pierre a su hija Petrona, para luego llegar a oídos de Dolores, sobrina de esta última. Por supuesto, siempre con el mayor de los recatos.  Tanto, que la historia oral se fue quebrando con los años, perdiendo detalles y certezas entre las diferentes generaciones. Sin embargo, de lo que nunca hubo dudas fue del “hombre de mundo” que era Pierre Benoit: además de dominar cinco idiomas (ningún moco de pavo para entonces), era  dibujante, pintor; asombraba con sus conocimientos de astronomía y botánica y sacó lustre a su profesión de arquitecto. Así fue como diseñó residencias particulares más también construcciones de índole pública, siendo ya un emblema de su obra los mosaicos del pórtico de la Catedral Metropolitana. ¿Demasiado bagaje para un simple inmigrante? Tal vez. Y Pierre Benoit lo sabía.

Despistados

Que había nacido en “cuna de oro”, o que lo suyo era puro esfuerzo y mérito del bueno. Pues siendo hijo de un “pescador del Puerto de Calais” no había otra explicación… El caso es que las declaraciones de Pierre Benoir confundían a propios y extraños, y, cómo no, alimentaron el mito. Pues ni su fecha de nacimiento resulta inequívoca. Y aunque en Calais se registren las partidas de nacimiento y bautismo correspondientes, sobrevuela la idea del fraude. Un sostén para la nueva identidad, un resguardo al servicio de la estratagema que la investigadora Lucrecia Benoit, nieta de Dolores y tataranieta de Pierre, revela en libro de su autoría: quien murió en la prisión del Temple no habría sido más que un impostor.

Rey sin corona

Luis XVII era apenas Luis Carlos cuando fue capturado, junto a toda su familia, a poco de huir de Francia y su revolución allá por 1792. Un año después, su padre, Luis XVI, conoció la guillotina en una efervescente París; y este pequeño infante, la más amarga de las coronaciones. Convertido en rey, y tras los barrotes de la prisión del Temple, vio a su madre, María Antonieta y al resto de los suyos seguir la senda de su progenitor. ¿Acaso la tuberculosis que acabó con su vida el 8 de junio de 1795 lo privó de igual destino? Quizá… Si es que efectivamente Luis XVII era Luis XVII, o un farsante. He aquí el quid de la cuestión. Por lo que un grupo de expertos de la Universidad de Louvain comparó ADN extraído del corazón del niño, enterrado en la prisión, con muestras del cabello de su madre. La serie de ADN transmitida por vía femenina resultó ser exactamente la misma, poniendo fin a toda especulación. O al menos, puntos suspensivos…

 

¿Qué hay del médico procedente de Francia que, ni bien arribado a puerto el 21 de agosto de 1852, se dirigió a la casa de Benoit por una dolencia en sus piernas y, tras envenenar a don Pierre, partió inmediatamente de regreso a Europa? ¿Por qué siendo conocido suyo –al decir de Mercedes, su propia esposa– puso fin a su vida? Así la historia, el misterio ha sido inherente a Pierre Benoit tanto en su vida como en su muerte. Si, de acuerdo a las pruebas de ADN desarrolladas en Francia, Pierre Benoit no era Luis XVII… ¿quién fue entonces? ¿Cómo pudo legar a sus herederos una supuesta trenza de María Antonieta? Lejos de conclusiones, los hechos no parecen arrojar más que preguntas. Y he aquí la más elemental… ¿Será posible dar con las respuestas?

 

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