A sobra de pan, bueno es el budín

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Tan simple como sabroso, el budín de pan hace de la miga y la leche una delicia sin igual. Aquí, una versión llena de dulce condimento.

Si soldado que huye sirve para otra guerra, pan que no se come sirve para otra receta. Así como lo oye. Nada de desechar esos pancitos a cuya miga el correr de los días la haya vuelto más compacta y menos esponjosa. ¿Cómo habrá de recuperar su ternura? A pura dulzura. Esa con la que las abuelas preparaban sus exquisiteces…y aún hoy lo hacen. Tan casero como vigente, el budín de pan es palabra mayor en la repostería nacional. Pura tradición que hoy compartimos con usted.

Revolución gourmet

Claro que la versión que hoy nos compete no es la de un budín de pan a secas. Aunque incluya, por cierto, algunos frutos catalogados como tal. ¿De quienes hablamos? Por un lado, de una delicia gourmet que, con todo encanto, ya le hemos presentado: las nueces de pecán. Por otro, de un manjar de los más gauchito: las pasas de uva. Pura fibra y energía al servicio del más variado recetario. Porque así como el zorro viejo pierde el pelo, pero no las mañas; las uvas pasas pierden el agua, más no sus azúcares. De allí el gustito que son capaces de aportar. Ni hablar si las dejamos macerar en algún licorcito de naranja o cereza… Estas buenas mozas, aunque diminutas y algo deshidratadas, serán capaces de absorber líquido y sabor. ¿Y si subimos un poco el valor etílico del asunto? Desde aquí, retrucamos la tradicional lista de ingredientes y sumamos a sus filas nuestras pasas de uva en grappa. ¡Vaya manera de redoblar sabores! Es que si la grappa nace por destilación de orujos, las uvas pasas que en ella descansan sí que están en su salsa. Aunque hoy las convoquemos para un postre… ¡y qué postre! Anote y proceda.

Pasito a paso

Para el budín

  • Huevos (6)
  • Azúcar (250 gramos)
  • Miga de pan duro cortada en cubos (600 gramos)
  • Leche tibia (600 centímetros cúbicos)
  • Leche fría (400 centímetros cúbicos)
  • Pasas de uva a gusto
  • Nueces de pecán a gusto

Para el caramelo

  • Agua (3 cucharadas)
  • Azúcar (200 gramos)

Porque primero lo primero, vamos a comenzar por preparar el caramelo. Para ello, colocamos al fuego una cacerola con el agua y el azúcar. Sin revolver el contenido -apenas removiendo la cacerola- dejamos que el calor vaya haciendo de las suyas hasta que la fusión de ingredientes se torne oscura (¡cuide que no se queme! No vaya a ser que le quede sabor amargo). Una vez listo, retirar del fuego y volcar en el molde o budinera.
Para preparar el budín, calentamos la leche con el azúcar sin que ésta llegue a romper hervor (puede agregar, si gusta, una cucharadita de esencia de vainilla). Una vez tibia, la mezclamos con la miga de pan. Verá como la temperatura de la leche permitirá, con ayuda de una cuchara, deshacer fácilmente la miga. Luego, agregamos un shock de leche fría y mezclamos.
Llega ahora el turno de las pasas de uva y las nueces. Junto con los huevos batidos, las sumamos a la preparación anterior y volvemos a mezclar. Vertemos todo el contenido en el molde con caramelo y colocamos éste último en una fuente con agua caliente. De allí, derechito a horno caliente (180º) durante una hora. Una vez lista la cocción, pasamos un cuchillo por el borde del budín -cosa de poder “despegarlo”-, colocamos un plato por encima, damos vuelta el molde y, tras una seca pequeña pero seca agitada, lo retiramos. Entonces sí, comience a preparar las cucharas… ¡Budín de pan a la vista!

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