Casa moderna, piedra libre a Bustillo

FOTOTECA

La primera casa moderna del país, originaria de Victoria Ocampo, es obra del beauxartiano Alejandro Bustillo. ¿Qué tal? Leer para creer.

Calle Rufino de Elizalde 2381, barrio de Palermo, zona de embajadas, de señoriales residencias reconvertidas en diferentes organismos e instituciones. Y, en este sentido, la casa de Victoria Ocampo, nuestra casa protagonista, no ha sido la excepción: hoy es propiedad del Fondo Nacional de las Artes. Aunque su condición de bicho raro, lejos está de abandonarla. ¿Cómo era posible tal expresión de racionalismo entre tanto afrancesamiento arquitectónico? Lo cierto es que, no sin controversias mediante, lo fue. ¿Y a qué no sabe quien ha sido su arquitecto? El mismísimo Alejandro Bustillo, ferviente partidario del academicismo francés. Porque si hay escándalo, que sea completo… Con ustedes, la primera casa moderna del país. Y que trinen las clasicistas vecinas.

Victoria vanguardista

Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo fue una aristócrata de cuna. Más los caminos de la intelectualidad también habrían de convertirla en una gran escritora, ensayista, traductora y hasta mecenas. Gozosa receptora de una buena educación, aprendió el francés antes que el español de su Argentina natal. Idolatrada Europa…los ojos de Victoria Ocampo siempre estuvieron al acecho de lo acontecido en el viejo continente, incluso, de su vanguardia. Tanto lo fue así, que la muy decidida dama no dudó en patear el tablero para seguir el último grito en materia arquitectónica: en medio de una de las zonas más afrancesadas de Buenos Aires, Victoria encarga una construcción por demás novedosa. Compuesta por cubos blancos, dueña de una sobria fachada y desprovista de todo ornamento, la criatura de Doña Ocampo fue puro despojo a la vista, y ni hablar del contraste… Así la historia, quien se las vio fuleras fue el arquitecto. ¿Alejandro Bustillo? Así como lo oye, este exponente de la arquitectura de Beaux Arts fue el responsable de la primera casa moderna del país; y más de un objeción tuvo a la hora de firmar los planos. Claro que Victoria también se llevó lo suyo: no faltaron los dedos acusatorios que la señalaran como responsable de afear el barrio.

Aluvión moderno

Lo cierto es que Victoria tenía sus razones. Para aquellos años ’20, la llegada del suizo Le Corbusier a Buenos Aires causaría una verdadera revolución en materia arquitectónica. De hecho, la casa de Doña Victoria se basó en un proyecto que ella misma solicitara a este exponente de la arquitectura moderna. Por lo que, una vez consumada por Bustillo -un academicista aggiornado a la vanguardia que, desde la propia Europa, pedía pista y legitimación en suelo nacional-, la obra mereció elogios del propio Le Corbusier. Eso sí, inaugurada en 1928, más allá de sus depuradas líneas, sus blancas y radiantes paredes y su escueta decoración, la casa moderna denota la mano de Bustillo, su sello beauxartiano. ¿Dónde? En la resolución espacial. Pues los ambientes se encuentran por demás segmentados como para ser fieles exponentes de la modernidad. Ello, sin contar algunos otros detalles del proyecto inicial de Le Corbusier que el bueno de Alejandro dejó de lado. Aún así, no le ha ido nada mal. Si más de uno llegó a creer que la casa moderna era obra del suizo…

¿Entonces? ¡Piedra libre a Bustillo! Vehemente cultor del academicismo que, contra toda creencia, fue descubierto en las filas de la modernidad; y con flor de de obra entre manos. Ni la segunda, ni la tercera… nada menos que la primera casa moderna del país. Esa que, a juzgar por su peculiar historia, brilla mucho más allá de su semblante. Sin dudas, une joyita por donde se la mire.

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