Cervezas artesanales, sabor de la casa

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Dotadas de la nobleza de lo casero, las cervezas artesanales copan las tardes noches veraniegas. Pero… ¿de qué van estas buenas mozas?

Casera o no casera, esa es la cuestión. Aunque, bien sabe usted, el asunto no refiere al hogar propiamente dicho. Las cervezas artesanales han tenido tal aceptación en los paladares nacionales su producción crece día a día. Sin embargo, lejos está de perder la esencia que la distingue. ¿De qué va la artesanía de su fórmula? Aquí se la revelamos…

 

El placer de la diosa

Claro que, para comprender la faceta artesana del mundo cervecero, bien debemos comenzar por su “Big Bang”. ¿Cuál es el origen de la cerveza? Déjeme decirle que sus raíces están fuertemente ligadas a la iniciación del hombre en las labores agrícolas.  Así como lo oye… ¿No se trata, acaso, de una bebida a base de granos molidos? De hecho, se cree que su nombre proviene del latín cerevisia, en alusión a “Ceres”, la diosa de la Agricultura. El hecho fue que, una vez molidos, la fermentación de los granos expuestos al sol constituyó toda una revelación. De este modo, sólo bastó agregar un poco de agua a la pasta resultante para dar con una incipiente cerveza. Bebida que, por cierto, se consumía como parte de la dieta diaria, dada la gran cantidad de nutrientes y azúcares contenidos. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIII que el lúpulo apareció en escena, incorporándose a la fórmula para aportar todo su aroma y sabor; además de su condición antiséptica.

 

Arte-sano

Cinco siglos más tarde, la cerveza ya gozaba de su digna masificación. ¿El ABC de su receta? Los cuatro ingredientes básicos: agua, lúpulo, malta y levadura. Y el cuarteto se replica también para las más artesanas concepciones. ¿Entonces? En la calidad y el proceso está el quid de la cuestión. Pues, lejos de seguir un manual de procedimiento reiterado y mecánico, las cervezas artesanales son testeadas y reformuladas por su maestro cuantas veces sean necesarias. Algo que, en gran parte, es posible gracias a su natural proceso de elaboración. Y para muestra, un botón: en el caso de las cervezas artesanales, no existe pasteurización alguna; sino que el propio mosto en quien fermenta para generar los gases responsables de la fuerza y clásica espumita. Y allí no termina la historia, pues las cervezas artesanales también se desentienden de aditivos: nada de conservantes ni antioxidantes añadidos, cosa de mantener el aroma y el sabor intactos.

 

Sin filtros

Ya acabada su cerveza, ¿acaso encontró “residuos” en las profundidades del porrón? ¡Prueba superada! Las cervezas artesanales también se distinguen por su filtrado manual, a diferencia del filtrado químico al que es sometida la versión industrial. De ahí los sedientos que suelen acumularse en los fondos del recipiente de turno. Claro que, para tan paciente labor, así como respetar cada uno de los distintivos hasta aquí señalados,  la masividad no está a la orden del día: las cervezas artesanales se elaboran en menores cantidades que su par industrial, puesto que ello también evita su prolongado almacenamiento.

 

Casera o no casera, esa es la cuestión, sí. ¿Y la decisión? Completamente suya. Es que sobre gustos, no hay nada escrito. Y en materia de cervezas, menos que menos. Por lo que con salud y provecho, ¡paladee hasta quedar satisfecho!

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