Damián Szifrón, el gran relator

FOTOTECA

Damián Szifrón, talentoso, moderno y original, éste guionista y director de cine argentino. Reseña del realizador más exitoso de los últimos

Damián Szifrón nació el 9 de julio de 1975, en la localidad de Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires, Argentina. Talentoso, moderno y original, éste guionista y director de cine y televisión estuvo vinculado al cine desde su nacimiento. Reseña del realizador más exitoso de los últimos tiempos.

Sobre inspiraciones y magia

Hijo de una artista plástica y un vendedor de electrodomésticos, Szifrón inició su carrera como asistente de producción del programa más visto de la década del ’90: Videomatch. Aunque extraoficialmente, filmó desde muy pequeño; la primera vez que empuñó una cámara fue en 1985, con tan sólo diez años de edad. Para el pequeño Damián, todo era digno de registrarse; las vacaciones, la vida cotidiana, una historia inventada a las apuradas y sin mucho argumento, su familia. Siempre detrás de la lente, y con un nivel de fantasía a flor de piel, entendió muy pronto que su vida iba a hamacarse entre la ficción del cine y el documental de la vida real: “Me horroriza que la gente viva como si no soñara. Cuando las sociedades viven dejando la imaginación afuera, cuando la vida es pura realidad, me parece ingenua. Hay tantas cosas por explorar adentro y afuera del hombre, en la naturaleza, en el universo y en el fondo del mar“.

La carrera cinematográfica y televisiva de Szifrón, si bien no tan extensa, consiguió casi al instante fanatizar a espectadores que veían en él al realizador que estaba faltando localmente hacía décadas. Los simuladores (2002-2003), su opera prima televisiva que batió todos los récords de audiencia y galardones de la industria, levantó la perdiz sobre ese muchachito desconocido, pelirrojo y esmirriado que con humor negro y una estética tarantinesca hacía que todo pareciera simple. Llegaría luego la comedia televisiva de intriga, Hermanos y detectives (2006), y otra vez, el éxito fue rotundo. En el cine llevaría adelante El fondo del mar (2003), Tiempo de valientes (2005), y su majestad: Relatos salvajes (2014).

El mito del buen salvaje

Con Relatos Salvajes -coproducida con la española El Deseo, de Pedro Almodóvar- Szifrón le puso fin a sus siete años de retiro creativo, y ubicó al cine argentino en el mapa de la industria mundial, algo que sólo realizadores como Juan José Campanella habían conseguido. Otra vez, el humor negro, el sistema capitalista con toda su inhumanidad y la ira de la que somos capaces, fueron el hilo conductor de un relato separado en seis capítulos, que aplaudieron de pie en Cannes, San Sebastián, Sarajevo y Londres, entre otros festivales. La mismísima gigante Sony, durante el Festival de Cannes, compró los derechos para hacer su distribución e intentar producir la versión norteamericana del mal genio porteño. Suerte con eso.

A papá

Pero Damián le debe su amor por el cine a Bernardo, su padre, fallecido antes del corte final de la cinta. Hijo de un albañil que llegó a la Argentina escapando del nazismo, Bernardo vendía en una tienda para pagar sus cuentas y mantener a la familia, pero su verdadera pasión siempre fue el cine: “Desde muy chico, mi papá subía las latas de película hasta la sala de proyección del cine Paramount, a cambio de quedarse a ver la función”, cuenta el director. Su padre fue el primer responsable de que Szifrón viera toda la vida como una película, de que se supiera los diálogos de memoria de El Padrino. Mientras los demás chicos se embarraban en parques y calles, Szifrón hijo aprendía a manejar una cámara Súper 8 y compartía con su padre maratones cinematográficas que incluían hasta cinco películas al día en los cines de la peatonal Lavalle. Quizás sea por eso, que Szifrón no paró de llorar cuando vio El gran pez (2003), film de Tim Burton que cuenta la historia de un padre que no puede parar de inventar relatos para que su hijo viva una vida de fantasía.

Sobre el cine de Szifrón se podrá decir que aún es joven, que es muy apegado a la idiosincrasia argentina, que es “de culto”. Pero no se podrá decir jamás que pasa por el costado, sin hacerse cargo, como no queriendo. Un cineasta talentoso, neurótico y obsesionado con cada milímetro de cinta que le toca imprimir, sólo puede relatar con furia, pasión y humor. Como sólo los locos y los genios saben hacerlo.

Abrir chat
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?