Día del Amigo, el culto a la lealtad

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Rendir homenaje a la amistad no es un cumplido en Argentina. Es una emoción que se palpita con ansias y se vive con festividad.

El Día del Amigo en Argentina es una celebración ineludible, estimulante y absolutamente impostergable. ¿Cómo concebir un 20 de julio sin la compañía de esos seres tan especiales que además de acompañarnos, son pilares en nuestra vida? Tan crucial es el significado que los argentinos le asignamos a la amistad, que el contacto con los “hermanos del corazón” es una de las condiciones de nuestra felicidad.

Culpando a la Luna

El docente y músico argentino Enrique Febbraro, fue quien propuso la designación de un día al año para celebrar a la amistad. Se inspiró en aquel instante universal en que el hombre pisó la Luna por primera vez, es decir, el 20 de julio de 1969. “Me pareció que semejante demostración de inteligencia humana merecía ser emparentada con las efemérides de la amistad”, reflexionó en aquel momento. Así quedó instaurada esa fecha en Argentina, que fue copiada por Brasil y Uruguay, mientras que en Paraguay se celebra el 30, en Perú el primer sábado de julio y en Estados Unidos, el primer domingo de agosto.

La hermandad elegida

El de buen amigo es un reconocimiento difícil de conseguir y fácil de perder en una cultura como la nuestra. Por lo general, las amistades más profundas son aquellas que se construyen desde la infancia, cuando la afinidad ocurre en su máximo estado de pureza. Tal vez por eso, el argentino es completamente leal a esa persona que ha incorporado a su vida, aquella en la cual confía ciegamente, a tal punto que no tolerará una traición. En ese sentido, la naturaleza pasional del ser argentino le juega a favor y en contra, según las circunstancias: se brinda de manera incondicional; pero si le fallan, “borrará” a esa persona de su entorno.

El valor de un lazo genuino

Por todo esto y mucho más, el argentino considera que el Día del Amigo es un auténtico homenaje a ese vínculo sagrado que se preocupa por cuidar. Que eligió con el corazón, se fortaleció ante la adversidad y sigue renaciendo en cada carcajada. Entre amigos la sinceridad no duele, la confianza se agradece, la confidencia se acrecienta. Todos estos, motivos más que suficientes para comprender por qué los bares, restaurantes, y sillones de hogares argentinos están repletos de almas alegres la noche del 20 de julio, para brindar una vez más por tan gratos momentos compartidos.

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