El Tornado lleva tu nombre, IKA

FOTOTECA

La primera rural argentina dejó su huella en la industria nacional automotriz y en la memoria de los nostálgicos. Un Amor todo terreno.

Fervor y debilidad de coleccionistas y clubes de automóviles, la argentinísima IKA Estanciera debe su existencia a los sueños de un foráneo. Más precisamente al industrial Henry J. Kaiser, quien decide desafiar su suerte fuera de los Estados Unidos. La imposibilidad de hacer pie entre grandes industrias competidoras lo alentó a salir en busca de nuevos horizontes.

Destino Argentina

Un destino de menor desarrollo industrial que su Norteamérica natal era lo que Henry J. Kaiser buscaba para asegurarse un negocio con mejores resultados a los obtenidos hasta entonces. Si las apenas 564.000 unidades que registraba el parque automotor argentino en 1954 resultaban seductoras; la estadística de 33 habitantes por cada auto -sumada a una restringida importación- terminó de inclinar la balanza. Henry J. Kaiser decide radicarse definitivamente en nuestro país e ir en busca del éxito. Para ello, el Gobierno Nacional aportaría lo suyo: la empresa estatal IAME como miembro de la sociedad, nuevos créditos a la población y una mayor permisón en la importación de automóviles. Así, en 1955 nace Industrias Kaiser Argentina S.A.

Manos a la obra

La localidad cordobesa de Santa Isabel fue el destino elegido para la planta de IKA, mientras la empresa madre se reorganizaba en Estados Unidos. Allá por 1954 se importan los primeros Kaiser Manhattan, cuyo modelo constituyó la base del primer automóvil argentino: el Kaiser Carabela. Aunque para ello habría que esperar hasta 1958. ¿Qué aconteció un año antes? En 1957 un interesante protagonista coparía la escena: la Estanciera. Concebida bajo licencia de Willys Overland Motors EE.UU, se trató de la primera rural fabricada en el país; con su flamante motor IKA 6L-226 tanto en su versión simple como doble tracción. Pero ello no sería todo, en 1959 se lanzan dos derivados de la estanciera: la pick-up Baqueano (de similar estructura pero con caja abierta) y el furgón Utilitario. Aunque la revolución llegaría en los 60: el motor “Tornado” desplaza al original y el rígido tren delantero dio paso a la suspensión independiente. Luneta y parabrisas enterizos también se suman a la renovación. Y ya en 1966 se da el cambio más radical: se adopta la trompa diseñada por Willys Overland do Brasil, lo que derivó en la popular denominación de “Estanciera Brasileña”.

Cuesta arriba, cuesta abajo

En 1967 la Régie Nationale des Usines Renault se transforma en socio mayoritario de la compañía, por lo que pasó a denominarse IKA-Renault. Apenas tres años después –en 1970- la hoy entrañable Estanciera dejaría de producirse, tras 71.000 unidades fabricadas. Pasados los tiempos dorados para la industria local (focalizados en los años 40 y 50) llegaría el turno de la dictadura militar y las consecuentes dificultades. Aunque la década del 90 sería -convertibilidad y fomento a importaciones mediante- quien terminaría de pulverizar las intenciones de hacer de la industria un actor de importancia en el desarrollo del país.

Ya en el siglo XXI, la Estanciera es nostalgia, fanatismo y la ilusión de que sus motores vuelvan a sonar no sólo por obra de sus coleccionistas; sino por su reaparición en el mercado. Sí, la Estanciera podría ser fabricada nuevamente en Argentina como puntapié para reavivar la industria local. Más que nunca, un verdadero orgullo nacional.

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