Fainá, pizza… ¿y cerveza?

FOTOTECA

Adoptando fanáticos por doquier, la cerveza se alza como gran compañera de la pizza. Aquí, algunas combinaciones dignas de buen provecho.

Del romance de antaño que envuelve a la pizza y el moscato ya le hemos contado de lo lindo; de la grata compañía que la fainá ejerce a este par de tórtolos, también. Pero… ¿y si en la clásica función de los sábados por la noche -esa que reúne amigos y familia en torno a una grande de muzza– un nuevo actor entrara en escena? Blonda y espumosa, o por qué no morena, una birrita sabe por demás tentadora a la hora de la rebajar la fugazzeta, una buena napolitana o hasta un generoso clazone. Así las cosas, el frescor cervecero ha abierto paso entre platos, servilletas y pizzeras para plantar su chopp en las mesas argentinas. Y parece que allí se nos queda…

Matrimonio feliz

Pizza con cerveza, combinación casi sacrílega para los fieles devotos del moscato, refrescante alternativa para los menos ortodoxos, festival de sabores para los paladares más aventureros y vanguardistas. Aquellos que parecen marcar la tendencia de los últimos tiempos. Es que si algo une a ambos protagonistas de las fecha es su oportunismo. Si la pizza calza como anillo al dedo a la hora de una comida multitudinaria y distendida (¿Quién no se rinde a las bondades de su sabor?…y a las comodidades que propicia su delivery); la cerveza no se queda atrás (contar con una botella bien fría en la heladera siempre nos salva de un apuro). De allí que la alianza se suceda casi, casi por decantación. Más aún si la antesala también demanda espuma: unas papas fritas por aquí, unos maníes por allá…con una cervecita, claro. Y cuando la pizza aterriza en la mesa, esta doña “lupulada” continúa entre nosotros para ya no abandonarnos.

A la altura

Ahora bien, la pregunta es… ¿da igual cualquier cerveza para cualquier pizza? Como si se tratara del mismísimo vino, la cerveza también tiene su maridaje. De modo que si queremos saborearla a fondo y como es debido, la pizza debe estar a la altura. No vaya a ser cosa que el condimento aplaque su sabor; o viceversa. Pues para disfrutar de la creación pizzera de turno, la cerveza no debe opacar su gusto al paladar; ni ser tan suave como para no refrescar nuestra garganta entre bocado y bocado. ¿Una ley que nunca falla? A una pizza sencilla, le cabe una cerveza sencilla. Y a medida que una va subiendo la apuesta, lo propio debe hacer la otra. De todas maneras, aquí le regalamos algunos tips para echar más luz al asunto.

Cada cual atiende su juego

¿Empezamos por una grande de muzzarella, nomás? Pues entonces que marche una Lager, suavecita y ligera. ¿Agregamos unas fetas de jamón, unas hojitas de rúcula o unas hebras de parmesano, para comenzar a aumentar el tono de sabores? Es turno de que las Ale entren en escena: fermentadas a temperaturas superiores a las lager, son mucho más aromáticas, poseen mayor cuerpo y un sabor bien marcado. En este sentido las Pale ale son un verdadero comodín para el abanico de variedades pizzeras que le presentamos, ya que -al tener menos lúpulo que otras de su familia- presenta un sabor no muy amargo. Eso sí, si la próxima pizza que sale es napolitana, tal vez le siente mejor una Amber aleo cualquier otra variedad que resulte, al igual que la amber, más lupulada que pale-. El dulzor de su malta caramelizada amortiguará el ácido del tomate. El tono agridulce típico de esta ejemplar cervecero también calzará perfecto con la fugazetta y la calabresa (cebolla y embutidos -ya sean salamines, longanizas o cantimpalos- resultan perfectos aliados). ¿Y si el ajo se hiciera presente en alguna de estas especialidades? Una Bitter ale, o alguna otra bien amarguita, rebajará el dejo fuertón de este ingrediente. Pero si de sabores fuertes hablamos, la presencia del queso azul es decididamente poderosa para cualquier pizza. Por lo que debe buscar una birra fortachona, capaz de hacer frente al bocado de ocasión (mismo si usted es de esos que vacían el especiero sobre la muzzarella). Suba los decibeles del alcohol y el nivel de malta, lo que proporcionará más dulzura al paladar. Puede recurrir a una Strong ale, o… ¿se atreve a una Stout? Eso sí, procure que la negrita sea más bien dulce: la Imperial stout -con su sus sabores a frutos secos- o la Sweet stout -con sus notas de caramelo y chocolate- salen como piña.

¿Qué ya se ha empachado de tanta información? Procese, digiera y mande otra zapi al horno. Que, tranquilita y sin chistar, la birra aguarda en el freezer pa’ cuando guste ¿descorchar? No, destapar. Hoy sale pizza, y sale con cerveza.

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