Fuego Gitano

FOTOTECA

Amado hasta las lágrimas, Sandro conquistó América con su inmensa calidad artística, de voz apasionada y sensual despliegue escénico.

Sex appeal, talento y buena voz. Condimentos que, unidos bajo el manto de la popularidad, revolucionaron la cultura musical de una época argentina. Roberto Sánchez, alias Sandro, fue el símbolo nacional indiscutido de la balada romántica de los años ’60 y a la vez el único cantante de rock en castellano que causó delirio en mujeres de todas las edades, al punto del desmayo.

Elvis latino

Este atractivo porteño de intensos ojos negros y labios sobresalientes, nació en 1945 como Roberto. Decidido a disfrazar artísticamente su nombre en los años ’60, adoptó el alias de Sandro, fiel al deseo de sus padres, quienes habían fracasado en el intento de llamarlo de esa manera. Su proliferación como cantautor se dio en un contexto mundial en que el rock florecía a través de bandas británicas como The Rolling Stones y The Beatles, sumado al antecedente del magnífico Elvis Presley en Norteamérica. De hecho, a Sandro le decían “el Elvis criollo”, debido a los sensuales movimientos de cadera que desplegaba micrófono en mano, una voz singular cargada de emotividad y letras profundamente románticas. Su actitud escenográfica, osada para la época, enloqueció a su público. Sin duda, representaba al hombre soñado de toda mujer.

Fuego latino

En 1965 lanzó su primer álbum de rock and roll castellano, Sandro y Los de Fuego. Dos años más tarde ya se orientaba hacia la balada romántica de tono latino, traje que le calzó perfecto a su investidura de talentoso símbolo sexual con patillas prominentes y pantalones “pata de elefante”. Su música logró fusionar ambos géneros a través de temas melódicos y también otros electrizantes, con un éxito arrollador. El súper tarareado Rosa Rosa es un claro reflejo de su encendida personalidad artística.

Mito eterno

En la misma proporción que se brindaba a sus fanáticos, resguardaba su vida privada. Su éxito con las mujeres podría haberlo llevado por el camino de un picaflor; sin embargo, se sabe que ha sido hombre de muy pocas mujeres, a quienes se entregaba por completo. Olga, su única esposa, lo acompañó hasta su partida en 2010, luego de la larga lucha que llevó adelante para intentar ganarle a una enfermedad que no pudo superar: enfisema pulmonar crónico. Su despedida movilizó 100 mil argentinos y fue lamentada por los periódicos más reconocidos del mundo. Como ocurre cuando se va una verdadera estrella.

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