Jinetes del viento pampero

FOTOTECA

Una Argentina con menos alambrado abría paso a los bandoleros, gauchos, personajes de nuestra identidad nacional.

Para muchos, los bandidos rurales ganaron un lugar en el podio de los malandrines y asesinos, para otros, representaron los exponentes de un complejo fenómeno político que antecedió a los modernos partidos obreros, asignándoles un lugar de líderes de la resistencia frente a los opresores terratenientes y extranjeros.

Bandoleros huidizos

Estos hombres del llano conocían como nadie cada piquete, camino, cañada de la pampa húmeda; también, las pulperías donde desfallecer después de una noche de juerga, gato y ginebra. Más que bien los describió León Gieco en la canción que lleva ese nombre: “Bandidos rurales, difícil de atraparles,  jinetes rebeldes por vientos salvajes, bandidos rurales, difícil de atraparles, igual que alambrar estrellas en tierra de nadie”.

El accionar de estos bandoleros fue la reacción a un período histórico signado por el fin de la “Pampa bárbara” y el advenimiento del trabajo ordenado y la propiedad privada. El invento que puso esto en forma fue el alambrado de púas. Esta situación no hizo más que profundizar la situación de acumulamiento de capital en manos de unos pocos terratenientes e industriales. A estos privilegiados se les aparecían en sus chacras estos jinetes sin aviso, llevándose consigo dinero, joyas, que luego se distribuían entre el paisanaje. Los bandoleros tenían como cómplices a los puesteros de los caminos que los ayudaban a esconderse de la policía.

El último bandido romántico: Juan Bautista Bairoletto (1894-1941)

Cuenta la historia que en un prostíbulo de la localidad de Eduardo Castex, Bairoletto conoce a Dora por quien se enfrenta con un cabo de la policía, Elias Farache, a quien mata en 1919. Desde ese momento, y por 20 años estuvo prófugo de la justicia y fue arduamente buscado por la policía de seis territorios: Chaco, Mendoza, San Luis, La Pampa, Buenos Aires y Córdoba. Con la ayuda de los parroquianos, Bairoletto logró esconderse en ranchos y fondas.

Este hijo de colonos piamonteses marcó a la paisanada de nuestro país quien lo inmortalizó como un héroe popular. Fue visto como un valiente capaz de alzarse contra los abusos, capaz de embanderarse en las más riesgosas proezas. Quizás por eso le abrieron las puertas de los ranchos aquellos que querían compartir con él lo que tenían y que formaron parte de su aventurar para volverlo al mismo tiempo, mito y realidad.

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