Dicen que cuando la suerte toca la puerta, mejor atender su llamado. ¿Y si esta loca fortuna golpeara unas cuantas? Pues, en nuestra pulpería, de tanto abrir y cerrar, hemos caído en la cuenta de que, más de una, es capaz de hacerlo ganar.
Visionarios
¿Vio que hallazgo el nuestro? Aunque, para decir verdad, no habremos de atribuirnos todos los laureles; sino que este fortuito descubrimiento tiene nombres propios. Ocurre que nuestros queridos Antonio y Luis no sólo son ases en el arte de llevarle su pedido a la mesa. Para decir verdad, estos muchachones han resultado por demás buenos observadores. Imagínese usted… que del bar al patio, que del patio al almacén; que puerta va, que puerta viene, lo cierto es que las chapitas numéricas presentes en cada postigo de la casona -de esas que usted tiene en el portal de su casa- han quedado grabadas en su retina. ¡Si ya ven números de cuatro cifras por todos lados! Sin embargo, el secreto del éxito estaría en dividir aquel cuarteto en dos números de dos cifras. Y aquí le explicamos por qué…
Feliz coincidencia
Menos mal que los únicos números que de Antonio y Luis visualizan no son los de las puertas; sino los de los resultados de la lotería. ¿Vio que siempre aparecen por allí, en las últimas páginas del diario? Casi, casi como para pegarse una alegría después de las nos siempre alentadores noticias del día. Siempre y cuando usted le haya dado en la tecla a los números de la victoria, claro. ¿Acaso usted es de esos que hacen caso a los sueños y sus desopilantes apariciones para jugarle un billetito a la nacional? Déjeme decirle que, desde aquí, le chismeamos una técnica más efectiva. Pues de tanta visión numérica, y con la debida planilla de anotaciones en la que constatar el descubrimiento, parece que nuestro par de meseros han caído en la cuenta de que dos de las cifras de los números presentes en las puertas suelen coincidir con los números ganadores de la lotería. ¿Qué tal?
Ahora ya lo sabe, ¡la pulpería trae suerte! Así que, como siempre lo decimos -y evocando a don Carlos Carabajal- “entre a nuestro pago sin golpear”; pero no deje de relojear las puertas, que, en una de esas, una moneda le hacen ganar.
