Libro, compañero de ruta

FOTOTECA

Método de conocimiento o placer supremo, la lectura se ha convertido en uno de los hábitos culturales más arraigado en Argentina.

¡Oh!  ¡El libro!

¿Es posible definir con exactitud un concepto tan concreto y abstracto a la vez?  Desplegando las alas del libre análisis, podríamos decir que el libro es un símbolo que cada individuo adopta otorgándole determinado valor personal; un bien moldeable a sus necesidades particulares, que toma la forma que mejor se ajuste a su alma y a la dimensión de su “aquí y ahora”.  Independientemente de la función que se le asigne, todo libro es digno de ser hojeado.

Amor incondicional

La experiencia de la lectura en Argentina es llamativamente poderosa: el 96% de sus habitantes la ha vivido alguna vez y el 90% lee actualmente (no sólo libros, sino también diarios y revistas). Esta cifra demuestra que el amor a la lectura en nuestro país desconoce obstáculos económicos, de tiempo y lugar. Porque, aunque no tenga “un mango”, el lector argentino siempre se las rebusca para conseguir ese ejemplar que le quita el sueño.  Si no puede comprarlo en la góndola, recurrirá a otras fuentes: ferias de libros usados, bibliotecas o, en última instancia, se lo pedirá prestado a un amigo. El lector argentino no tiene excusas a la hora de leer; si no tiene tiempo, lo fabrica. Tampoco conoce lugares excluyentes para llevar a cabo este hábito ineludible. A la sombra de un árbol, al sol en la playa o en la cola del banco. Cabeceando en el bondi, apretado “como sardina en lata” en el vagón del subte o en un bar, cafecito mediante.  En el sofá de la librería, en la sala de espera del médico o entre sábanas, antes de dormir… El libro siempre está.

Riqueza sin igual

Un libro en nuestras manos es misterio. Como medio o como fin, este tesoro sin igual nos seguirá permitiendo aprender y descubrir, recordar u olvidar, reír o llorar, viajar y sorprendernos, sentir  e incluso palpitar vidas paralelas o imposibles.  Cualquier individuo dispuesto a sumergirse en la marea narrativa gozará de una extraordinaria vivencia: dejarse llevar, sentirse identificado, tomar atajos y hacer malabares con posibles desenlaces.  Porque leer, es volar.

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