Mafalda, la niña que hizo historieta

FOTOTECA

Del papel a la reflexión colectiva, Mafalda conquistó al mundo entero con su no tan ingenua personalidad y sus agudos pensamientos.

La inspiración de Quino (cuyo nombre real es Joaquín Salvador Lavado) traspasó las fronteras del lápiz y papel cuando dio vida a Mafalda. Una niña como cualquier otra, pero que está lejos de ser una más. La Argentina de mediados de los ’60 y principios de los ’70 es el escenario de nuestra protagonista. ¿Y qué es de su vida en ese tiempo?

Que la inocencia te valga…

Mafalda es hija de una familia porteña de clase media, va a la escuela -también de vacaciones, cuando a su papá le cierran los números-, tiene su banda de amigos y es una desertora empedernida de la sopa. Sólo que, desde su sillita, se enaltece con una mirada atrevida y ácida. Preocupada por el mundo, reflexiona y cuestiona hacia dónde lo conducen los “adultos”. ¿Acaso sus ideales están a la altura de los de nuestra pequeña gran Mafalda? Con una inocencia nada inocente, esta criatura de simpática melenita negra coloca a la sociedad bajo su propia lupa y se despacha con manifiestos políticos dignos de una revolucionaria.

Famosa por accidente

Mafalda salta a las luces del mundo el 29 de Setiembre de 1964, aunque en realidad Quino había concebido a la pequeña adulta un año antes. Su destino era promocionar una nueva línea de electrodomésticos llamada Mansfield; aunque el elegido para desarrollar la historieta era el genial Miguel Brascó, quien delegó la tarea a Quino por falta de tiempo. ¿Qué hubiera sido de los lectores empedernidos de Mafalda si así no hubiera ocurrido? Finalmente, la campaña nunca se hizo y las tiras ya dibujadas quedaron guardadas en un cajón. Un año después, el dibujante las desempolvaría para publicarlas en la revista Primera Plana, que buscaba intensamente una historieta que despertara el interés de sus lectores. Lo que ni la revista ni Quino jamás imaginaron es que ese sería el comienzo de un suceso mundial.

Mujer, dijo la partera

Los ideales de liberación femenina eran una tibia insinuación cuando Mafalda asoma al mundo; aunque su aparición en escena sería con la pollera bien puesta. Símbolo de la lucha por la igualdad social, esta niña adulta defendería sus ideales de un modo tan irreverente como contestatario. Sin pelos en la lengua a la hora de hablar de la guerra de Vietnam, el asesinato de Kennedy, los derechos humanos, el feminismo, la religión y hasta la ya desaparecida URSS. Simple, directa y profunda; no es de extrañar que su nombre haya surgido de la versión cinematográfica de la novela Dar la cara, de David Viñas; película en el que aparece una infante llamada Mafalda. Claro que su inteligencia y sagacidad estaban ahí para hacerla única. Con una conciencia existencial que acompañó los sucesos del mundo entero, este inigualable personaje fue evolucionando en su aspecto para hacer de la historieta una especie “cuento moral” sin fecha de vencimiento.

Planeta Mafalda

Padre, madre y un hermano menor –Guille-, componen la familia de Mafalda. ¡Cómo olvidar a su tortuga Burocracia! Tan lenta como su propio nombre. Amante de Los Beatles, odia la guerra y las armas nucleares; además de la mencionada sopa. ¿Qué hay de sus amigos? Encontramos al tímido Felipe, a Manolito -hijo de inmigrantes españoles-, el ingenuo Miguelito y la entrañable Susanita: mejor amiga de Mafalda y conversadora compulsiva. Chismosa a más no poder y conservadora a ultranza, sueña con casarse y tener hijos. ¡Cuántas mujeres argentinas aún son apodadas “Susanita” en su honor!

Hasta siempre…hasta pronto

Desde hace más de tres décadas, el lápiz de Quino ya no dibuja a Mafalda. El 25 de junio de 1973 apareció por última vez en una tira: las viñetas finales de la historieta fueron publicados en el semanario Siete Días. ¿Los motivos? El gran esfuerzo de su autor por no caer en repeticiones, por no traicionar la locuacidad que Mafalda llevaba en su propio ADN. Quino quiso respetar la fidelidad de sus lectores; pero –por sobre todo- la esencia de sus personajes. Así, Mafalda volvería a ruedo sólo para apariciones puntuales. Como la inolvidable campaña de los diez derechos de los niños de UNICEF, a finales de los años ’70. Momento en que la niña mimada de la historieta apareció para advertir: “Y estos derechos a respetarlos ¿Eh? No vaya a pasar como con los diez mandamientos”. Sin lugar a dudas, 100% Mafalda. Tan argentina como el tango y el asado. Tan única como la propia Argentina.

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