Metegol, juego sin tiempo

FOTOTECA

El maravilloso mundo del metegol atraviesa las fronteras sin perder vigencia.

Las pasiones no se explican, se sienten

Tal como afirmaba el filósofo Descartes, pertenecen al plano del alma. Brotan por los poros, a través de una mirada y se potencian con el accionar del cuerpo. Un clarísimo ejemplo de esta manifestación es el metegol. Quienes lo practican transmiten a la perfección ese sentimiento enfervorizado, al transformarlo en golpes secos dentro de un mini campo futbolístico.

Alejandro Campo Ramírez

El metegol o “futbolín” es un juego de fútbol mecánico de origen europeo que data del año 1936. Su creador fue un periodista y editor gallego llamado Alejandro Campo Ramírez, conocido popularmente como Alejandro Finisterre, quien mientras se encontraba hospitalizado a causa de heridas de guerra inventó este pasatiempo.
Está conformado por una mesa especial, atravesada por barrales paralelos sobre los cuales descansan muñequitos que simulan ser deportistas. Existen en el mundo dos tipos de jugadores “ficticios”: los que muestran una sola extremidad (ambas piernas unidas) y los que presentan ambas piernas (versión española).

Instrucciones

Este deporte requiere de destreza motriz, reflejos instantáneos y rapidez visual para seguir la bola y dirigirla tácticamente. Desde las palancas en sus extremos, los participantes otorgan vida a los muñecos al hacerlos girar estratégicamente para dar un toque certero. El juego de acotadas dimensiones se transmuta en la mente del jugador en un espectáculo propio de los estadios monumentales, con lluvia de papelitos incluida. Adoptado por jugadores de distintos espacios geográficos, permite a los participantes construir su propio mapa mental y visual, intentando repetir en cada golpe algunos de los mejores flashes lúdicos de su vida.

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