¡Mi amor, más hermoso que flor de ceibo!

FOTOTECA

Bella, intensa y autóctona, ha sido fuente de inspiración para aborígenes y escritores.

En la escuela nos enseñaron que el ceibo es uno de los símbolos patrios, junto con el escudo y la escarapela. Seguramente nos habremos preguntado por qué ésta, y no otra, fue declarada “Flor Nacional”. En el decreto que avala esta decisión se menciona, entre otros, este fundamento: “la flor del ceibo, cuya difusión abarca extensas zonas del país, ha sido evocada en leyendas aborígenes y cantada por poetas, sirviendo también de motivo para trozos musicales que han enriquecido nuestro folclore, con expresiones artísticas de hondo arraigo popular y típicamente autóctonas”.

Ornamento de la naturaleza

Si de belleza natural se trata, el árbol de ceibo (o de coral) es un ejemplo. Con amplias flores color rojo carmín y tronco ancho, pertenece a la familia de las leguminosas. Originario de América, crece principalmente en Argentina (cercanías del río Paraná, Río de la Plata y norte del país), Paraguay y Brasil. Florece en distintas épocas según la región donde se encuentre. Sus flores tienen la particularidad de crecer agrupadas en una misma rama, fenómeno que se conoce como “inflorescencia” (sinónimo de racimo) y es muy semejante a la cresta de un gallo. De ahí su denominación técnica, Erythrina Cristagalli.

Delicado y servicial

Además de ser objeto de admiración por su alegre presencia y especial significado, el ceibo brinda materia prima para distintos usos. Su blanda y liviana madera ha servido para la fabricación de artículos que no requieren gran resistencia y, en algunos casos, para reemplazar al corcho; sus flores, para teñir telas; su corteza, para curtir cueros. También ha sido útil para la fabricación de colmenas, aparatos ortopédicos y armazones de monturas. Precisamente, en la debilidad de la madera radica su corta vida. Sin embargo, biólogos coinciden en aseverar que las raíces del ceibo son tan sólidas que soportan heladas e incendios. Quizá este hecho sea muestra del significado más genuino que lo liga a nuestra identidad nacional: la tenacidad.

El maravilloso aspecto del ceibo, dado por sus flores carnosas y coloridas, blanco ineludible de colibríes, picaflores e insectos alados que se regodean con su néctar, es más que suficiente para enamorarnos la vista. Hasta el punto de preguntarnos: ¿por qué no plantar uno en nuestro jardín?

Fragmento de la poesía “La flor de ceibo”

La senda, cubierta
De sauces dormidos;
Y mientras sus ojos,
Modestos y esquivos,

Fijaba en sus breves
Zapatos pulidos,
Con moños de raso
Color de jacinto,

Mi amor de poeta
La dije al oído:
¡Mi amor, más hermoso
Que flor de ceibo!

Rafael Obligado, Poeta argentino.

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