Miel, de la flor al paladar

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Producto natural por excelencia, este almíbar denominado “miel” nunca nos defrauda.

Laboriosas por instinto, las abejas son las responsables de la elaboración totalmente natural de una sustancia comestible única en el mundo: la miel. Este producto de textura densa, consistencia viscosa e inconfundible dulzor, que desconoce procesos de industrialización, preserva su valor alimenticio y terapéutico a lo largo de los siglos.

Trabajo de equipo

Quizás el fundamento de su magia radica en el carácter comunitario de su método de fabricación 100% artesanal. Las colmenas reúnen un grupo de insectos bien organizado, con roles muy definidos. Nada falla en este minucioso proceso de producción y, por lo tanto, la miel jamás resulta alterada en su calidad. Desde la flor hasta la colmena, la naturaleza animal habla por sí misma, desplegando sus bondades de manera incondicional.

Nutritiva y energizante

Técnicamente la miel está compuesta por diversas sustancias; existen tipos de miel que pueden llegar a tener hasta 181 sustancias en su interior. Casi todas las mieles contienen hidratos de carbono, glucosa, aminoácidos, granos de polen, agua, vitaminas, proteínas, ácidos orgánicos, enzimas, minerales, sustancias aromáticas, pigmentos y cera. Este abanico explica los múltiples beneficios que su ingesta implica para el organismo.

La fuente secreta

Más o menos fluida, más o menos viscosa, la miel siempre es miel. Su cristalización tan característica se debe a la alta presencia de azúcares, mientras que su color no tiene un patrón de conducta: las hay casi transparentes, amarillentas e incluso oscuras. Las mínimas diferencias de sabor dependen de la flora visitada e ingerida por la abeja productora. Aún se discute si su origen es vegetal o animal, dilema digno de reflexión aparte.

Aliada de la salud

Aunque Argentina es uno de los principales productores mundiales de miel, el consumo interno es débil: menos de 200 gramos por persona al año. Repasemos: la miel no requiere conservantes ni aditivos. Se basta a sí misma y tiene la extraordinaria propiedad de prestarse a diferentes usos. Es la receta predilecta de la abuela, ya que puede consumirse de varias formas: untada sobre una tostada (ideal para un desayuno calórico), disuelta en infusión (endulza naturalmente y alivia la tos), en forma de máscara facial (calma e hidrata).

Como siempre, sabemos la tradición popular no traiciona; es bien sabido que la miel es tan atractiva y seductora que ni las moscas pueden resistirse, como dice el refrán: “Se atrapan más moscas con miel que con vinagre”.

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