No estamos para “tirar manteca al techo”

FOTOTECA

“TIrar manteca al techo” da cuenta de una época en que despreocupaba el derroche como actitud.

Hubo una argentina dividida, allá por los años 20 y dentro de ese marco de desigualdades tuvo origen la hoy tan popular frase “tirar manteca al techo”. Claro que al ser un dicho popular y de tan grande apropiamiento social a lo largo de los años se difundieron al menos dos versiones acerca del real momento en que ese pensamiento tuvo lugar y a partir del cual saltó a la fama. Lo cierto es que, en cualquiera de los casos, sigue siendo el manifiesto sentido del derroche de alguien que no necesitaba cuidar algo de su propiedad y que tenía total facultad para desperdiciarlo sin sentido.

El capricho de un dandie

Cuenta una de las historias, que hasta parece tener un condimento testimonial, que fue Martín de Álzaga Unzué, también conocido como Macoco, quien dio origen a tan controvertida frase “tirar manteca al techo” cuando dentro del contexto del restaurante “Maxim´s” de París, y ante prominentes figuras de mujeres que se encontraban en el techo del lugar comenzó a arrojar con su tenedor trozos de manteca con el objeto de que uno de ellos se depositara entre los pechos de alguna de las damas retratadas. Sin duda el comienzo de un juego que se convirtió en una competencia de puntería de jóvenes despreocupados por el derroche innecesario de tal comestible.
Ese tal Macoco fue un nombrado playboy y automovilista argentino, nieto de Martín de Álzaga quien fue un comerciante español que durante las Invasiones Inglesas colaboró en la reconquista de Buenos Aires. La figura acaudalada de Macoco hizo del joven un prototipo de riqueza que hasta se dice pudo haber inspirado a la imagen de “El gran Gatsby” novela de Francis Scott Fitzgerald.

Los “cajetillas” y “petiteros” del Petit París

La alta sociedad porteña tuvo como actores de peso a los jóvenes ricos que reunidos en el café “Petit París” situado en la esquina de Santa Fe y Callao, vivían una cotidianidad despreocupada, lejos de los sectores desprotegidos del país y que, a modo de diversión, habían tomado por costumbre aquella iniciada por el Mococo en Europa, de tirar manteca al techo y jugar a ver cuál era el trozo que más permanecía pegado, incrementándose la diversión cuando algún pedazo de manteca caía sobre un cliente ajeno a la situación.

Esta sería otra de las versiones que se barajan como el origen de esta tan famosa frase, sin embargo, una no quita a la otra y ambas redundan en el derrame innecesario de un bien de consumo por jóvenes poco educados en el ahorro o respeto por los valores alcanzados.

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