Tomy Lee Jones, volviendo al rancho

FOTOTECA

Seducido por los caballos y el polo, Tomy Lee Jones echó raíz en suelo nacional. Detalles de una pasión sin flashes. Argentinidad al taco.

Casi, casi un bicho raro resulta Tomy Lee Jones bajo las deslumbrantes luces de Hollywood. Fiestas plagadas de celebridades y una afamada alfombra roja no son suficiente anzuelo para el tan buscado protagonista. Ese que cambia los flashes del espectáculo por el chispeante fuego bajo las que se cuece un buen asadito. “Prefiero quedarme en mi rancho”, así de simple responde este Hombre de negro cuando se le consulta sobre el por qué de su ausencia. Es que aquí, en la llanura de Buenos Aires, se siente como en casa. Tanto así, que ha levantado la propia.

Relinches del sur

Cultivando el mismo perfil bajo y aprensión a las lentes fotográficas, Tomy comenzó con sus visitas al territorio nacional en los albores del nuevo milenio. ¿El motivo? Los caballos, gran pasión de este graduado de Harvard cuyo paso por las escuelas de Texas y la universidad de Massachusetts le ha otorgado sus primeras dosis de español. Luego, serían sus viajes actorales por España, México y Argentina quienes le abrieran, definitivamente, las puertas de la lengua castellana. Y lo cierto es que, acabado su papel, los equinos seguirían siendo un motivo para no dejar de regresar. Así, sus visitas a las pampas argentinas comenzaron a reiterarse entre una y dos veces al año. Y lo que primero eran viajes en busca de nuevos ejemplares para llevar a Texas, acabaron convirtiéndose en estadías cada vez más extensas. Tanto, que el sueño del rancho propio se hizo realidad: anclando en la localidad de Lobos, la estrella de El fugitivo encontró en nuestro país su mejor escape, y lo adoptó como su literal segundo hogar.

Hogar dulce hogar

Como un vecino más pasa sus días Jones en la campestre localidad bonaerense. Y la elección del sitio no fue azarosa. Allí se encuentra Santa María de Lobos, un prestigioso club de polo de 200 hectáreas. Sí, el maduro galán norteamericano es un apasionado polista. Y no es ningún improvisado en la materia. Desde hace años es habitué del taco y la bocha. Aunque él mismo asegura que su falta de tiempo no le permite desarrollar todo su potencial. Concentración, capacidad para pensar y convencimiento son los requisitos fundamentales de todo jinete, según el propio Tomy. ¿Será que logró trasmitirles dichas máximas a su mujer e hija? Lo que sin dudas les ha contagiado es su fanatismo por este deporte: ambas juegan al polo. Si hasta el regalo del cumpleaños número 40 de la flamante esposa fue un potrillo. Hija de un mexicano, la sangre latina que corre por las venas de la señora Dawn siempre tira: a pesar de los numerosos viajes por el mundo, Argentina es ese destino familiar que los Jones por nada cambian. La calma del campo, el asado, los amigos y el polo componen la infalible receta.

Abran cancha

Claro que la presencia de esta figura cinematográfica no permanecería entre sombras demasiado tiempo. Tomy Lee Jones y sus dotes de polista eran toda una revelación para quienes poco frecuentaban su ambiente. Por lo que la tan ansiada aparición pública se hizo efectiva en el año 2006, cuando juega su primer partido de polo a puertas abiertas. Fue en las canchas del Santa María, club que organizara dicho encuentro -junto al polista Martín Barrantes- a total beneficio de la entidad solidaria Aldeas Infantiles. Sin embargo, aún restaba más acción: en el año 2011 Tomy presenta el lanzamiento de la llamada Copa Valentín Caset, en honor al joven polista fallecido por accidente en el 2010. Considerado por el propio actor como un ejemplo para la juventud afecta al deporte; Valentín guarda, además, un lugar especial en el corazón de Tomy. Ese que le otorga el haber crecido junto a su hija a lo largo de las reiteradas visitas al país.

Sin dudas, tierra fértil ha resultado la Argentina para esta estrella en absoluto estrellada. Respondiendo al llamado de su pasión y al abrigo que le ofrece la calidez local, poco le importa a Tomy Lee Jones su inmaculado historial cinematográfico. Con más o menos luces, el astro no olvida su patria adoptada y siempre vuelve a los pagos. Más precisamente, a su rancho.

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