Un garbanzo no hace puchero, pero ayuda a su compañero

FOTOTECA

Es un plato tradicional que combina la receta milenaria con el gusto y el afecto que se agregue en la preparación.

Como una de las tantas herencias traídas por la inmigración, el puchero es una comida que acompaña desde antaño y que puede ser el más vivo recuerdo de infancias de frío –y no tan frío– de muchos de los argentinos.

Decime qué puchero comés y te diré quién sos

Hay tantas recetas de puchero argentinos como habitantes se puedan contar, puesto que el ingrediente que lo hará único, será “el afecto con el que se prepare”, diría mi abuela. Pocas comidas hay, como esta, que puedan aunar de una manera tan clara la nación. A cualquier provincia que vayas de toda Argentina podés pedir un puchero y sabrán de qué estás hablando. Te ofrecerán un grande plato, con una base de caldo, carne, verduras como la papa, el zapallo, la zanahoria, el choclo y el garbanzo… ¡qué se yo! Mi mamá no le ponía.

Receta tradicional

La receta tradicional del puchero tiene como ingredientes principales la carne, los garbanzos, zapallo, zanahoria, papa y choclo. El puerro es opcional y para condimentar sal, aceite y perejil.
No todas las carnes se pueden usar para el puchero. Hay cortes que se fueron especialmente asociando con esta preparación. El corte llamado “puchero”, claro, es imprescindible puesto que de su inclusión deriva todo el plato y también se complementa con cualquier carne con hueso, como el típico “caracú”.
El modo de preparación implica una base de hervor de agua en la que primero se colocarán la carne y los garbanzos que es lo que más tiempo lleva en cocinarse y luego se deben ir incorporando la zanahoria, los choclos, las papas y el zapallo, en ese orden. Las verduras se cocinan preferentemente enteras pero siempre teniendo en cuenta un equilibrio en sus dimensiones para que no se termine de cocinar antes una que la otra para evitar su desintegración.

Historias con pucheros

Vidrios de la cocina empañados, un calorcito generalizado en el ambiente y un aroma único que provee el caldo del hervor del puchero. De esas imágenes se llena mi memoria cuando pienso en este plato en el contexto familiar. Yo lo comía casi sin caldo, no me gustaba que las verduras pasearan por el plato, pero otros integrantes de mi familia preferían el llamado consomé, que obligaba a utilizar un plato hondo puesto que el caldo se convertía en el protagonista de la comida. Una noche de frío se enfrentaba con un puchero, y un fin de mes sin plata, –tanto de frío como de calor– también.

Parroquiano, ¿qué recuerdos con pucheros te vienen a la mente? Decime que vos también disfrutabas ese sabor único e irrepetible del caracú.

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