Vaso robador: la historia de un engaño

FOTOTECA

Nacido en la mar, llega a las Pulperías para quedarse.

Son los vasos robadores, las medidas de bebida adoptadas por esos Pulperos audaces que cobrando por recipiente, encontraron la forma de ahorrar en el contenido. Y si bien el nombre “robador” parece tener su origen en esa perspectiva engañosa de un “vaso lleno”, la realidad es que obtuvieron su nombre en otro contexto.

Anatomía de un vaso robador

Generalmente de vidrio grueso y bordes redondeados, son pesados, resistentes y muy poco estéticos. Son esos típicos vasos que, resistiendo a la gravedad, siempre caerán parados y difícilmente se quebrarán aunque rueden por el piso. Los vasos robadores tienen una concentración de vidrio en su base que hace que se produzca la sensación de abundancia de líquido cuando en realidad, es más bien poco lo que pueden contener. Sucede que por la reflexión de la luz, el vidrio funciona como una especie de espejo y el color de la bebida inunda el vaso en su totalidad, generando esa sensación de abundancia.

Su uso en medio de la mar

Los ahora llamados vasos robadores fueron piezas típicas de los navíos por ser resistentes a los movimientos de la mar. Unas piezas adaptadas sin duda a los bruscos movimientos y con esa cualidad importante de soportar los golpes sin sufrir resquebrajamientos ni rupturas. Así, como unos de los pocos bienes que existirían a bordo, fueron estos vasos, los objetos elegidos por los marineros como bien de cambio. Llegados a tierra firme, eran cambiados estos resistentes recipientes por bebidas, generalmente en las pulperías o boliches y se cree que, es en este momento, en el que los vasos reciben la denominación de “robadores”. Con este negociado de los marineros, los vasos comenzaron a ver modificado su ámbito de vida y pasaron a formar parte de los bienes de las pulperías por lo que, con posterioridad, también fueron llamados “vasos de pulpería”.

Su difusión y alcance

Los vasos de pulpería o vasos robadores siguen firmes en la argentina del siglo XXI como anécdota y como tradición. Parecen propios para discusiones de bares y males ahogados en alcohol puesto que son resistentes en su golpe contra la mesa cuando de malos momentos de trate.

Si te encontrás con un vaso robador, parroquiano, te recomiendo disfrutar su pasado histórico, pero cuidado, no dejes de reclamar la medida de bebida que te falta.

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