Capital Federal querida, cuando yo te vuelva a ver…

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Tango, bares y porteños dan vida y conforman gran parte de la Capital de Argentina que fue y que sigue firme en cada tradición.

Buenos Aires, capital de la República Argentina, es sinónimo de tango, de café y de ciudad cosmopolita. Si hay algo que puede caracterizar esta zona demarcada por el puerto es la suma de puntos de reunión que la constituyen, una verdadera localidad donde la noche nunca duerme.

El núcleo duro de la argentinidad

Buenos Aires cuenta con un núcleo al que se lo denomina “Microcentro”, que es la sede de la burocracia -que no es poca, para nada- administrativa, legal y técnica. Es el espacio en el que se alojan la Casa Rosada, centro del gobierno nacional, y el resto de los Ministerios y departamentos gubernamentales. Microcentro durante la semana puede ser causa de estrés para cualquiera porque es receptáculo de miles y miles de trabajadores que, mochila, bolso o maletín en mano, se desempeñan en muchas de las empresas de los alrededores. Sin embargo, no todo es cemento y ladrillo; amplias plazas y espacios abiertos permiten disfrutar también de algunos rayos de sol que piden permiso a los rascacielos, de vez en cuando, para asomarse.

Arrabalera y sonámbula

De noche, las cosas cambian bastante, y el Microcentro se transformará en escenario para la música, el teatro y los clásicos bifes de chorizo en un típico Restaurante. Pero si querés, parroquiano, ver la Buenos Aires arrabalera, la que relatan los tangos, no tenés más que asomarte, decidirte y recorrer. Las clásicas esquinas porteñas asoman y demuestran que nada de la tradición se ha perdido. “El farolito de la calle en que nací…”, es cierto, muy cierto, aún hoy. Trazar un panorama de la Buenos Aires porteña, de la que existía mucho antes de que se llamara “CABA”, y que resiste en varios barrios, podría tranquilamente hacerse de la mano de los tangos.

Te abraza el puerto

Capital Federal está abrazada por el puerto, de allí que sus habitantes se llamen “porteños”, y es gracias a este puerto que miles de inmigrantes pudieron llegar a la ciudad para terminar de darle forma hacia fines del siglo XIX. Junto con los inmigrantes se arraigaron tradiciones y recrudecieron muchas otras porque el tango fue, por ejemplo, el centro de la escena que impuso un estilo y una forma tanto para el habla como para los ambientes. Buenos Aires huele a tango y eso es innegable, porque quedan compadritos por las esquinas, porque los bandoneones reviven las primeras tanguerías y recrudecen de vez en cuando viejos amores, porque los faroles han capaz cambiado la forma, pero nunca se apagan para iluminar un paso.

Buenos Aires es también el bar, símbolo que aún resiste por ser el emblema del encuentro entre amigos. Buenos Aires Capital es Puerto Madero, pero también es La Boca, es un café ,pero también es un vino. Buenos Aires es el obelisco. Así, de este rejunte maravilloso, se conformó y así sigue creciendo, para ser la casa de quien quiera sentir por sus venas pasión y nacionalismo del más puro y tenaz.

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