Misa Criolla para celebrar la fe

FOTOTECA

Hace 50 años el maestro Ariel Ramírez componía la misa criolla. Una obra que se volvió universal.

Alemania amanece y anochece vestida de miedo. El nazismo multiplica campos de la muerte. Elizabeth y Regina Brückner, dos jóvenes religiosas de un convento en Würzburg, caminan la oscuridad para llevar comida a una vieja casona con prisioneros judíos. La transgresión tiene pena de horca. Aún así, todas las noches durante ocho meses, las hermanas depositan un paquete en un hueco, debajo del alambrado. Manos desesperadas buscan ese paquete con el que arañan subsistencia. Elizabeth y Regina, junto a cientos de almas anónimas, abren mares de dignidad en una Europa que mastica silencio y hambre.

Encuentros que abren mundos

Años más tarde, Ariel Ramírez, en joven viaje trotamundos, conoció a Elizabeth y Regina en el mismo convento. Eran las únicas personas con quienes el músico argentino podía comunicarse, debido a las diferencias de idioma. Además de la amistad que se formó, quedó profundamente admirado. Ya de vuelta en Argentina, la imagen de las jovencitas arriesgando el pellejo por un grupo de prisioneros con fecha de muerte segura le taladraba la cabeza y el corazón. Quería componer una obra que oficiara de homenaje, un canto a la fe religiosa, pero también a la fe como potencia vital. Una alabanza a la dignidad humana, que siempre encuentra grietas para que la vida brote.

Una idea en medio de un cimbronazo

El resultado fue la misa criolla, una obra musical de raíces folklóricas basada en la liturgia católica. Los textos fueron traducidos y adaptados por el sacerdote Antonio Osvaldo Catena, amigo de la infancia del compositor y quien en ese momento presidía la Comisión Episcopal para Sudamérica. En 1963, esa comisión había sido encomendada a realizar la traducción de la misa al español, tras el Concilio Vaticano II. Hasta entonces, las misas se oficiaban en latín y con el sacerdote de espalda a los fieles. Los cambios no incluyeron sólo la diversidad de idiomas y ritmos para el canto, sino la resignificación del concepto de comunidad cristiana.

En las alturas… y en la tierra

La obra fue compuesta en 1964 y un año después, editada en un disco que estuvo a cargo del grupo Los Fronterizos. También fueron de la partida los curas Alejandro Mayol y Jesús Gabriel Segade, tanto en la revisión de los textos como en la orquestación, respectivamente. De la primera grabación participaron Eduardo Madeo; Gerardo López; Julio César Isella y Juan Carlos Moreno, como solistas, Jaime Torres en charango; Chango Farías Gómez en percusión; Raúl Barboza en acordeón; Luis Amaya en guitarra, la Cantoría de la Basílica del Socorro, dirigida por el padre Segade y una orquesta integrada por instrumentos regionales, dirigida por el maestro Ariel Ramírez.

Dicen que cantar es rezar dos veces

El álbum de lanzamiento incluyó en su lado B la obra Navidad Nuestra, también de Ariel Ramírez, pero en ese caso con letras de Félix Luna. Si bien muchas veces se menciona a ambos trabajos de manera indistinta, se trata de dos obras que se relacionan pero tienen diferente estructura y dinámica.

Desde su creación, hace 50 años, la Misa Criolla ha sido interpretada, grabada y editada en países de los cinco continentes. Se convirtió en un himno que traspasa fronteras y religiones. Así como la humana valentía que le dio origen.

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