Cynar, el regreso del amargo

FOTOTECA

Porque siempre se vuelve al primer amor, el “amargo de alcachofa” está de regreso. Avivando todo revival, el Cynar pide pista una vez más.

Señoras y señores, el Cynar está de vuelta. Y en el más literal de los sentidos. Lejos de toda caducidad, el amargo de todos los tiempos –¡vaya si lo habrán paladeado nuestros abuelos!– pide pista sobre las mesas y estaños a la hora del aperitivo; más también en las más modernosas barras, pues la coctelería se ha enterado de su insospechado regreso. ¿Y usted? Si es que aún no lo ha hecho, pase, lea ¡y beba!

 

Hierbatero

Aunque amargo como pocos, cierto es que el Cynar levantaba y cómo allá por los años ’60 y ’70. Más no por por su irreverencia etílica –posee una gradación alcohólica baja, de 16.5º–, sino por su inconfundible sabor a alcaucil. ¿De dónde cree, acaso, que proviene su nombre? Del latín Cynara acolymus. Es decir, nada manos y nada menos que “alcachofa”: herbácea cuyas seleccionadas hojas, en compañía de otras 13 hierbas de desconocido y secreto nombre, componen la suerte de “infusión alcohólica” que es el Cynar. De allí que también estemos ante una bebida de interesantes propiedades para la salud. Si el ilustre fernet es una as a la hora de la digestión, pues qué decir de este “amargo de alcahcofa”… Así conocido en sus primitivos años, el Cynar es otra tanada de esas que han venido para quedarse.

 

Buenas migas

Creado en 1952 por Pezziol –empresa oriunda Padua, Italia–, el Cynar pasó  a manos del Grupo Campari en 1995;  aunque con su impronta de siempre. Color marrón rojizo, aroma potente y una naturalidad que lo hace único en el mundo de los alcoholes. Inconfundible sabor amargo, hemos dicho. Aunque con un dejo dulzón al paladeo. ¿Qué si se sirve solito y solo? Para los valientes, todo es posible. Pero lo cierto es que, a la hora del aperitivo, el Cynar hace buenas migas con la soda, las gaseosas (desde colas y tónicas hasta las frutales, como ser pomelo y naranja) y los jugos cítricos. En este sentido, el Cynar con Pomelo gana por afano si versiones clásicas hablamos. Claro que la vanguardia también le ha encontrado una más que tentadora vuelta de rosca… Porque la coctelería no iría a perderse semejante ingrediente.

 

Mete miedo

¿Alguna vez escuchó hablar del Julepe de Cynar? Lejos de atemorizar a sus bebedores –si alguien ha de temblar, que sean sus espirituosas compañeras de barra–, se trata de un cóctel cuyo nombre proviene del árabe yulleb, derivado a su vez del persa gulab: “agua de rosas”. En resumen, una bebida dulce y aromática, propia de Oriente, que extendió sus fronteras hasta desembarcar en el Nuevo Mundo y experimentar su propia metamorfosis. Nació en Estados Unidos, allá por el siglo XVIII, el Mint Julep: el aromático whisky de Bourbon, menta, agua y azúcar eran todos quienes componían su fórmula. Hasta que el Cynar entró en escena para reemplazar al whisky, en compañía de algún que otro cítrico. ¡He aquí el Cynar Julep!

 

Y para quienes redoblan la apuesta, el “amargo” también ha sabido superarse. Al clásico Cynar se suma, en los tiempos de hoy, el Cynar 70: color más intenso, aroma más potente, robustez de cuerpo y una dosis de picante al paladar. Porque si ha de volver, que sea recargado. Habitué de los estaños y amantes del vermú, agradecidos.

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