Delivery: una historia de la (in) comodidad

FOTOTECA

Es la entrega de productos de consumo en la puerta de quien lo desee adquirir para facilitar su acceso y simplificar las vías del comercio.

Recibir en el domicilio bienes de consumo que por alguna razón no se quieren o no se pueden ir a comprar a destino, es una práctica que hoy recibe un nombre derivado del inglés, “delivery” pero que, sin preocupación alguna por cómo debería llamarse, existe desde antaño, como quien diría, “desde la época de la colonia”.

Una difusión del “delivery” bajo la fuerza del pregón

Surgieron como vendedores ambulantes, lo hacían caminando, en carretas o carros. Eran por el 1800 quienes se encargaban del reparto de leche, de velas, de empanadas, carne, pan o aceitunas. En ese momento podía considerarse más bien como un recurso frente a la incomodidad puesto que no existían los comercios de manera tan accesible como los hay hoy en día y por ello había quienes se encargaban de acercar los productos a los domicilios. Tampoco había una infraestructura diseñada para los envoltorios o la contención de los productos por lo que, por ejemplo, para recibir la leche, había que contar con un botellón en la mano. La falta de sistemas de conservación a grande escala hacía que los pescados se llevaran prácticamente a posteriori de haber sido sacados del agua y que las carnes se difundieran apenas hecha la matanza en los mataderos. Otro delivery que era fundamental allá por el 1800 era el del agua que si bien se dice que no era muy confiable, no había en algunos casos, posibilidad de obtención por otro medio. No faltaba el escobero, la mazamorrera y hasta la lavandera.

Una época de transición no desatendió la práctica.

Y si bien con algunos de los productos antes mencionados, se ganó en comodidad y calidad, al aumentar los sistemas de envasado, conservación y expendio, para muchos otros se mantuvo la modalidad “delivery” como es el caso del sodero. Hoy podría considerarse una especie de transición este oficio del sodero, entre los antiguos vendedores ambulantes y la masividad que el delivery ha alcanzado en estos días. La soda era un producto que hasta hace 30 años todavía llegaba en carreta arrastrada por caballos. Otro de los productos que vivió la transición respecto del delivery que se conoce hoy en día es el periódico. Desde su creación siempre existió la modalidad de entrega en domicilio, tal vez urgidos por la inmediatez de las noticias, para que llegaran rápido a las palmas de la mano.

¿Cuántos imanes tenés en tu heladera?

Y se dice que la historia es un ciclo y mucho no se puede renegar de ello. Hoy, de lo que se quiera, se puede encontrar un delivery. Tal vez las causas sean opuestas a las que promovían esa forma de comercio en el 1800 o incluso se hayan sumado algunas otras. Hoy podemos hablar del delivery como una “historia de la comodidad” puesto que transportes sobran, recursos para el envasado y el expendio también, pero movidos por largas jornadas de trabajo, el cansancio y hasta, en algunos casos, la inseguridad, se suele usar y abusar de la existencia del delivery. Quienes hoy rondemos los 30 años sabemos que hace 20 años tan solo se llamaba para pedir una pizza y, de vez en cuando, pero hoy, ¿qué delivery usás?
Un corto paseo por la heladera me puede dar una rápida respuesta pero creo que la enumeración no tiene fin: helado, bebidas, sushi, frutas, tortas, pastas, verduras, compras de supermercado, pizzas, empanadas, pañales, medicamentos y hasta en la pulperia online. También se hace presente el delivery de agua envasada y de lavaderos que rememoran con temor aquellas audaces lavanderas… ¿no sentís esa rara sensación de que, en unos días, vuelva a llamar a la puerta el lechero?

Y vos parroquiano, ¿qué delivery te es imprescindible?

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