Me derrito, alcaucil

FOTOTECA

Introducido en el país por inmigrantes italianos hace 60 años, el alcaucil no abunda en las mesas pero sí en tierras argentinas.

El alcaucil o alcachofa es una hortaliza de origen africano derivada de la especie cardo, de aspecto muy particular: su estructura, similar a la de una piña, está conformada por hojas gruesas ubicadas en capas sobre un tierno y sabroso soporte denominado “corazón”. La peculiaridad de su aspecto y del modo de preparación lo convierten en un producto impopular, pero adorado por quienes lo han probado alguna vez.

Cultivo argentino

En los años 80, Argentina estaba posicionado como n°5 productor mundial de alcauciles. Aunque luego se redujo la cantidad de hectáreas cultivadas, en los últimos años se ha recuperado gran parte el nivel de producción, alcanzando hoy las 2.000 hectáreas cultivadas, de las cuales el 60% están ubicadas en la Provincia de Buenos Aires. En este marco, se destaca el volumen producido en los alrededores de La Plata, principal cordón agrícola de la región.

Hoja por hoja

Hay diferentes maneras de consumir el alcaucil. En primera instancia, se debe hervir no más de 45 minutos hasta que las hojas estén tiernas. Se sirve entero en el plato, invitando al comensal a iniciar el ritual: el alcaucil se deshoja con los dedos, ya que sólo se consume el extremo inferior de la hoja, es decir, el que va unido al corazón. El sobrante de la misma se desecha y así se sigue el mecanismo, hasta la última pieza. La “frutilla del postre” es el núcleo, de consistencia esponjosa, que por su agradable sabor y textura suele ser muy apreciado en conserva.

Remedio casero

La sección desechada de la hoja para consumo es, justamente, la más utilizada para fines medicinales, ya que contiene gran variedad de proteínas, fibras, minerales, aminoácidos y vitaminas que le confieren características antioxidantes y hepatoprotectoras. Por otra parte, posee bajas calorías y ayuda a reducir el nivel de colesterol en sangre.

Entrada triunfal

Si bien los alcauciles pueden ingerirse solos, marinados, al horno, rellenos, salteados, en ensaladas, guisos, escabeche o vinagreta, su fisonomía se presta perfectamente para crear una entrada impactante. Pocos vegetales y hortalizas logran marcar presencia como un grupo de alcauciles ubicados en una fuente central bien decorada con gajos de tomate maduro y huevos rellenos, acompañados por cazuelitas con aderezos varios: salsa tártara, mayonesa o mostaza. ¡Un manjar!

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