Fundación Chacras, todo se transforma

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¿Acaso hay modo de devolverle a la tierra todo lo que nos da? Pregonando el desarrollo humano sustentable, Fundación Chacras tiene la calve.

Para la Fundación Chacras todo se transforma. Los seres, la vida, la tierra; lo que hacemos de ella con lo que de ella tomamos y le devolvemos. Siempre le devolvemos. ¿Y si fuéramos capaces de hacerlo de igual a igual?, ¿de entregarle ese fertilidad, ese sin fin de posibilidades que ella nos ofrece por el solo habitarla? Devolverle a la tierra es devolvernos, darnos. Como si de un abrazo se tratara. Pues de sumar brazos se trata, de poner el hombro. Misionando por el desarrollo humano sustentable, la Fundación Chacras pregona con el ejemplo y hace camino al andar. Ese al que la pulpería Quilapán ya se ha sumado. ¿Y usted? ¿Nos acompaña?

A-brazo compartido

La historia comenzó allá por el año 2001, cuando la noción de “sustentable” vagaba en la nebulosa del desconocimiento. Y cuando la idea de “desarrollo” estaba fuertemente ligada al crecimiento económico. Sin embargo, el quid de la cuestión no era tal, sino apuntar a una educación transformacional, capaz de generar un progreso personal. Aquel cuyas consecuencias se harían sentir en el colectivo, en nuestro hogar común. ¿Y si pudiera ser aquel más justo e inclusivo? De allí que, en el año 2008  la Fundación Chacras llegó a un acuerdo con el hospital psiquiátrico José Tiburcio Borda para colaborar en la resocialización de pacientes en situación de pre-alta. ¿De qué manera? A través de labores en huerta. Y el resultado fue más que exitoso. Sin embargo, tras encuestar a los pacientes participantes, la percepción de discriminación que tenían al salir, de parte de la sociedad, seguía allí, latente en ellos. Claro que la solución no era desconocerla. Tampoco disfrazarla ni minimizarla. Sino fortalecerla en sentido positivo. Tomarla y hacer algo con ella. Celebrarla, sí. Celebrar la diversidad. Porque todos somos diferentes. Y la Fundación Chacras encontró la manera de demostrar que así es.

Viva la diferencia

Fue aquel el puntapié para la apertura de un programa de voluntariado internacional en el hospital. En articulación con Universidades y embajadas, comenzaron a ser parte de la iniciativa jóvenes de otros países, con sus culturas, costumbres e idiomas; más también con su mirada fresca, novedosa. Sí, diversidad se buscaba. ¿Quién sería acaso más “diferente”? Y fue historia repetida en escuelas especiales, donde en el año 2015 se promovió el programa “Guardianes del Ambiente”, a partir del cual personas con discapacidad fueron formadas como promotoras o facilitadoras de buenas prácticas ambientales. Algo tan simple como la separación y gestión de orgánicos, plásticos, cartón. Lo sencillo que no lo es tanto. Para lo que nunca parece bastar el tiempo. Pero para la que sí hace falta el conocimiento. Y allí los guardianes, aportando lo suyo. Pues, aunque la Fundación Chacras no es empleadora, el objetivo era brindar competencias para una experiencia empleadora. Y vaya si vale ese primer paso. Siempre preciso para lanzarse a la marcha.

Experiencia gourmet

Verde que te quiero verde, decía el gran poeta Federico García Lorca. Y, cómo no. Al fin de cuentas, ¿es posible hablar de un desarrollo personal si éste no resulta amigable con el mundo que nos contiene? De allí que la Fundación Chacras y la Pulpería Quilapán unan fuerzas en pos de tal propósito. ¿Qué tal le suena la posibilidad de sentarse a nuestra mesa y saber que su plato contiene verduras cultivadas in situ, de forma orgánica? Tras todo lo que le hemos dicho hasta aquí, tras recorrer junt@s el camino andado por la Fundación Chacras, sabrá que no se trata simplemente de saborear verduras frescas y sin agro tóxicos. Sino que aquello implica un trasfondo social y humano digno de atesorar más también compartir. Orgullosos de poseer el primer techo verde comestible en la escena gastronómica porteña, apuntamos cañones a compostar y cosechar tierra en la propia pulpería, siguiendo el ABC de la Fundación Chacras en el tratamiento de orgánicos. De modo que cuanto sobre de su plato, también tendrá su provecho. Ese devolverle a la tierra que nos permitirá devolverle, y de la mejor manera.

 

Identificar, oler, saborear. Que ese festín de sentidos nos lleve al origen de los propios alimentos que lo generan. A la tierra de la que éstos vienen y a la que van. Esa que también puede ser parte de su jardín, patio, balcón, macetas o composteras de su casa. Sí, señor@s. Envuelta en botamangas de jeans, la tierra cosechada por los Guardianes del Ambiente ya está disponible en el almacén de la pulpería Quilapán. Para que la rueda siga girando. Para que usted también haga su parte. Para devolver y devolverse. Para dar y recibir.

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