Guy Williams, un Zorro viejo

FOTOTECA

De sus aventuras en TV a un amor de novela en suelo nacional. Andanzas de una estrella eterna, que halló en Argentina su destino final.

El Zorro y Don Diego de La Vega bajo las luces del espectáculo; o un porteño por adopción entre las calles de Buenos Aires. Este fue Guy Williams, quien naciera en Nueva York como Armando Catalano. Hijo de italianos, nuestro protagonista pudo cambiar su nombre; pero no así su caldeada sangre. Mucho menos aquellos distintivos rasgos que hicieron de su imagen un pasaporte a la fama: metro noventa, ojos verdes y una sugerente sonrisa enmarcada por su inconfundible bigotito. Combinación perfecta para hacer estragos en la pantalla chica; y en más de un corazón argentino.

A capa y espada

Actor de cine y televisión en los años ’50, Guy Williams fue seleccionado por el propio Walt Disney para convertirse en el Zorro. ¡Ganó su papel nada menos que entre 500 postulantes! Tenía entonces 32 años, y la apuesta resultó más que exitosa: Guy dio vida al hombre del antifaz en 74 capítulos de media hora y 6 de una hora, filmados entre 1958 y 1970. Sí, 12 años de vigencia tuvo la serie; aunque Don Diego de La Vega jamás se retiraría de escena. Ya era un verdadero millonario, cuando en 1973 pisa Buenos Aires por primera vez. Transitando la quinta década, distanciado de su mujer y con dos hijos en su haber, su gira hace estragos en suelo porteño. Por lo que, cinco años más tarde, es contratado por Canal 13 para participar de un programa junto a Jorge Porcel. Lo cierto es que los pasillos de la TV argenta le regalarían un encuentro crucial para su vida. Un flacucho campeón de esgrima se sumaba al ciclo y a su vida. Sería para Williams una especie de hijo adoptivo, además de un gran partenaire. Se trató del actor Fernado Lupiz, con quien trabajó en el Circo Real Madrid de los Hermanos Segura. Buen dinero trajeron las giras circenses; y algo más también: bajo la carpa, y por intermedio de Lupiz, Williams conoce a la argentina Araceli Lisazo. Y el flechazo fue mutuo. Vaya si así fue, que el inquieto zorro plantó bandera y espada, por casi 10 años, en suelo nacional.

Sin escalas

Guy ya había hechado raíces en Argentina. El sueño de un filme guionado y protagonizado por Williams sería un suceso: con intenciones de ser rodado en Salta, El hijo del Zorro marcaría el debut cinematográfico de Lupiz. El nombre de la película mutó luego a El Zorro vivo o muerto, aunque terminó estando más muerto que vivo. Los elevados costos hicieron que se truncara el proyecto; aunque no así la idea de continuar viviendo en el país: el intenso romance con la actriz y periodista oriunda de Los Toldos -por cierto, 30 años menor- marchaba viento en popa. La joven, recientemente llegada de una estadía en Roma, había acudido a la función en Mar del Plata para saludar a su amigo Fernando Lupiz. Sólo bastaron unas palabras en el idioma natal de El Zorro para dar inicio a una vertiginosa relación: dos noches después, Araceli se mudaba a la suite del Hotel Hermitage. Su perfil bajo, respeto, conocimientos, predilección por el ajedrez y destrezas en la esgrima conquistaron el corazón de la chica bonaerense.

De encuentros y desencuentros

La historia siguió con idas y vueltas. Es que Guy se negaba al deseo de matrimonio e hijos que tenía su amada. Hasta que, tras seis meses de distanciamiento, Williams se divorcia legalmente de su mujer y le propone matrimonio. Tarde piaste, como dicen las abuelas. Araceli se casaba esa semana con un empresario joyero, en claro cumplimiento de su venganza anunciada. ¿Cuál? Casarse con quien primero se lo propusiera. Era entonces el turno de disfrutar de las reuniones, el asado, los buenos vinos -materia sobre la que Guy era un gran conocedor-, los bares de su barrio de Recoleta y la compañía de hermosas señoritas. Abocado en los negocios inversionistas, una nueva novia llegó a su vida. Aunque ni bien supo del fracasado matrimonio de Araceli, el viejo zorro regresó a su gran amor. ¡Por fin volverían a estar juntos! Sólo que, a punto caramelo para formalizar, ocurrió lo inesperado. Guy prometió a su futura esposa comunicarse con la casa de su madre, en Los Toldos, el 1 de mayo de 1989. ¿El motivo? Pedirle su mano a la familia justo en el día de su cumpleaños. Pero el teléfono nunca sonó.

El día después

¿Qué había ocurrido con Williams? Toda una incógnita que recién fue revelada cuando la policía fue alertada por los vecinos, que no veían al retirado actor ni sabían nada de él. Sí, el zorro dijo adiós aquel mayo de 1989. Allí, en su vivienda de la calle Ayacucho al 1900. Las confusas versiones hablaron de un paro cardíaco y hasta de un segundo ACV (ya había superado uno en 1983, sin secuelas). Motivos aparte, sus restos fueron depositados en el Cementerio de Chacarita; aunque su hijo Steven los retiró al poco tiempo para cremarlos en Los Ángeles. ¿Y Araceli? No volvió a rehacer su vida; esa en la que tampoco vio pasar un peso de la fortuna amasada por su amor. Tampoco lo reclamó. Acaso guarda consigo el máximo tesoro: haber sido protagonista de la más verdadera historia que encarnara el inolvidable Guy Willimas. O simplemente, el Zorro.

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