Hoy me tomo un mate con Wuyute, un Wichi

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Me tomo este mate simbólico con Wuyute, con quien quiero representar a parte del pueblo originario Wichi, para acercarnos a su cultura.

Porque es fundamental conocer cada pueblo con su culturas, sus mitos, sus cantos y su economía, entre muchas otras cuestiones, para poder gestionar desde ese espacio su liberación o su individualidad, me tomo este mate simbólico con Wuyute, con quien quiero representar a parte del pueblo originario Wichí. El mate tiene ese encanto de unir almas y de permitir una intimidad con el otro, y por eso quiero conocer por Wuyute cómo viven, cómo sienten y cómo se expresan los Wichís ciudadanos de nuestra Argentina.

Su casa: el Chaco central y Formosa

Me presento y le paso un mate para que en confianza Wuyute me cuente cómo sobreviven la hostilidad de los pobladores ajenos a su comunidad y cómo es la actividad que les da sustento a su vida. Me cuenta entre otras cosas que su economía alimentaria se basa en la cosecha estacional y que mantienen entre sus ejercicios la caza, la pesca y la recolección. Estas actividades se complican cada vez más debido al avance de los criollos. Me expresa cómo hoy tienen que defender su tierra y cómo sus derechos están siendo coartados mediante golpes, invasiones a la autodeterminación y desprecios de todo tipo.

“Mi voluntad emplea mi cuerpo”

Wuyute me devuelve el mate y entonces se me ocurre preguntarle acerca de su espiritualidad. Me sorprende con una profunda teoría acerca de la voluntad y el cuerpo. Para su comunidad, la voluntad es un órgano metafísico e iría ella por un lado, y el cuerpo por otro. Así, se torna imprescindible que la voluntad sea consistente pues es ella la encargada de impulsar la acción del cuerpo. Por ello, cuando un cuerpo dentro de la comunidad Wichí pierde la voluntad, el Chamán busca la causa primeramente en su sede: el corazón.

La exaltación de su pasividad

El pueblo Wichí es preminentemente pacífico. Toda su búsqueda social se basa en la eliminación de la agresividad. Por ello, me comenta Wuyute que los niños son criados con total ausencia de autoritarismo puesto que la crianza en base a la no violencia necesita que ni siquiera exista en el plano verbal. Me cuenta y mientras lo hace intento detectar su dialecto. Wuyute es de Formosa y por ello él habla el güisnay. Le cuestiono entonces por sus cantos y me atrapa la respuesta: pueden expresar alegría, tristeza o búsqueda, pero lo más impactante es que cada clan tiene su propia forma de realización musical y a través de ella se identifican.

La mateada con Wuyute podría seguir varias rondas pero la olla estaba lista y tenía que irse. Me quedé pensando qué importante sería aprender al menos de su sistema educativo basado en la no violencia. Qué bien nos haría, a veces, poner la mirada en los pueblos originarios.

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