Juana Azurduy, la mujer que le ganó a Colón

FOTOTECA

Es un emblema de fuerza, entrega y arrojo, un ejemplo de mujer contra las adversidades.

Una personalidad destellante se asomaba en el Alto Perú cuando los aires de independencia comenzaban a gestarse. Era Juana Azurduy, mujer de armas tomar que, con su arrojo, trascendió como un ejemplo de íntegra feminidad.

En misión libertadora

Podría encontrarse en su infancia humilde y precaria el motivo de movilización interior o bien considerarse que fue el impulso de su marido, Manuel Ascencio Padilla el que la inicia en la lucha, el que la lleva a la cima del compromiso social. Pero cuando se conoce que una mujer llega a perder a cuatro de sus cinco hijos por su entrega a la causa, ninguna explicación es suficiente: Juana Azurduy estaba signada para ser un ejemplo de fortaleza.

Nacida en la actual Bolivia, tras la destitución del virrey en mayo del 1809, Juana decide unirse junto a su esposo a los ejércitos populares de liberación del Alto Perú. Por esos años varios de los países latinoamericanos perseguían los mismos ideales y así se iban complementando en una causa común. Es así que liderando el escuadrón de Los Leales se une a las tropas que desde Buenos Aires se enviaban para apoyar la causa del Alto Perú.

Fortaleza extrema

Cuentan fuentes testimoniales que el propio Belgrano, líder del ejército libertador, queda asombrado por el desempeño de Azurduy cuando en 1810, se incorpora a su tropa. Consiguió su emblema de destreza en la misión de Villar en la que Juana sin ayuda logra armar una defensa contra los ataques realistas y además le arrebata la bandera al jefe de las fuerzas enemigas. Por su vigor, por su entrega y por su inteligencia en el ataque, Belgrano la nombra Teniente Coronel de las Milicias en 1816.

La caída de los héroes

La historia de la liberación de los países latinoamericanos tuvo su inicio con Belgrano pero su continuación con San Martín quien, una vez recibida la posta, cambia la estrategia. Se encara desde su perspectiva la liberación de Chile, en primer lugar, para luego atacar Lima por el Pacífico. Esta modificación del rumbo produjo una fuerte desprotección de la guerrilla del Alto Perú de la que Azurduy era miembro. Sus 4 hijos mueren y queda viuda embarazada del quinto descendiente. Azurduy tuvo que ver cómo el cuerpo de su marido era colgado por los realistas y una dado a luz, no deja descansar su espíritu inigualable. Se une en esa etapa a la tropa de Martín Miguel de Güemes y ya establecida en Jujuy no vuelve nunca a su Bolivia natal.

La independencia de Bolivia se alcanza en 1825 pero Azurduy nunca logra recuperar sus bienes y muere a los 82 años de edad, en 1862, inmersa en una profunda pobreza. Cien años después sus restos fueron exhumados y descansan en un mausoleo hecho en su honor en la ciudad de Sucre.

Hoy sigue siendo reivindicada por su fortaleza, entrega y arrojo, y es por eso que su monumento se instalará en las cercanías de la Casa Rosada, reemplazando al de Cristóbal Colón.

 

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