La Conquista del “Desierto”

FOTOTECA

Controversias de una invasión y apropiación de tierras en el no desierto. Millones de hectáreas se repartieron entre 400 personas

Durante la década de 1870, la región que se extiende más allá de la actual ruta 226 (Mar del Plata – General Villegas) era tierra del “indio”. Salvo ciertos puntos costeros al sur, el control de los pobladores nativos alcanzaba el Pacífico bajo la Gran Confederación de las Salinas Grandes al mando de su creador, el cacique Calfucurá, quien congregaba a los grupos étnicos de la región.

La conquista del “desierto” de las pampas araucanas

Este líder fue el producto de más de dos siglos de un proceso conocido como “araucanización de las pampas” o Conquista del “Desierto”, consistente en la apropiación por exterminio del territorio original de puelches, pehuenches y tehuelches, empujando a los últimos al sur del Río Negro y a los vorogas, ranqueles y otros pampas hacia el este, obligándolos a convivir con los blancos.
Contra esta entidad política se organiza la fuerza expedicionaria del General Julio Argentino Roca, en un momento muy particular de Sudamérica. Los saladeros perdían grandes ventas de tasajo y charque para los esclavos de Brasil, donde se daba la mayor concentración de mano de obra cautiva del continente, a causa de las incursiones periódicas y el robo de ganado.
Estas cabezas se vendían tanto a particulares como al Estado chileno, en fricción continua con el nuestro, agravada en 1879 por la Guerra del Pacífico de Chile contra Perú, país con el que Argentina mantenía muy buenas relaciones. Las presiones sociales en Buenos Aires reclamaban estrepitosamente una solución al problema de los malones. Por otro lado, murió Calfucurá y sucedido por su hijo Namuncurá, la nación araucana revelaba signos de falta de cohesión.

La clase política se convierte en propietaria

La conquista del territorio para la formación del actual Estado nacional fue aplaudida y justificada por las clases privilegiadas, mientras que la repartición del territorio usurpado a los nativos decepcionó a grandes sectores de la población. El tren, el telégrafo, el Remington y 6000 soldados sometieron rápidamente al grueso de la pampa araucana entre abril y mayo de 1879. Unos pequeños focos de resistencia fueron exterminados en pocos años por el ejército y los “cazadores de orejas” de los estancieros. Se trató a los sometidos con extrema e injustificada crueldad y sus derechos como habitantes del Estado fueron negados, siendo hacinados en reducciones, tomados como sirvientes en las ciudades y hasta expuestos en los museos. Millones de hectáreas se repartieron entre 400 personas, muchas de ellas emparentadas entre sí, para la especulación o producción de exportación.

¿El país nace a partir de la estafa?: uno de los principales argumentos durante la campaña consistió en la promesa de partición en granjas para los colonos criollos e inmigrantes. Algo que jamás ocurrió.

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