La soja: energía vital

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Un submundo de extraordinarias propiedades se esconde en esta legumbre liviana y poderosa.

Existe el prejuicio de que, quien consume soja, está “a dieta”. La soja es un alimento extraordinario destinado no sólo a los vegetarianos, aunque sí lo incluyen en su rutina en mayor proporción que los consumidores de carne. Precisamente, tiene la capacidad de sustituir a la perfección las proteínas de la carne vacuna e igualar las del pollo. También es un óptimo reemplazo de la leche animal, por lo cual constituye una opción interesante para quienes sufren de intolerancia a la lactosa.

El reinado del monocultivo

La soja es una legumbre seca de origen asiático y principal cultivo en Argentina, que abarca más de 50 % del total del área sembrada con granos. El espectacular crecimiento de la actividad en nuestras tierras la ha redefinido como “monocultivo”, dejando atrás el estrellado del trigo y el maíz. De modo que la nueva “república sojera” ha desplazado por completo al “granero del mundo” que alguna vez supimos ser.

Nuestra soja al mundo

Durante los últimos años, el cultivo de la soja ha adquirido una fuerza arrolladora tanto en su nivel de producción interna como en los alcances de sus exportaciones, que totalizan un 95% del volumen producido en el país, concentrado en Córdoba (36%), Santa Fe (26%) y Buenos Aires (21%). El comprador número uno es la República Popular China, que absorbe el 74% de las toneladas de grano exportadas.

Nutrientes al plato

Consumir soja es incorporar a nuestro organismo las sustancias más nutritivas y proteicas que un alimento pueda brindar en su composición. Rica en calcio, potasio, magnesio, fibra, fósforo, vitaminas y aminoácidos, ayuda a combatir la osteoporosis, reducir el colesterol en sangre, mejorar la circulación y contrarrestar la diabetes. Las distintas formas que adopta la soja permiten integrarla a las comidas de múltiples maneras: en grano, como brote en preparaciones al wok o ensaladas, en sopa de verduras o en milanesas. Quienes no queden atrapados con su sabor, pueden recurrir a otros ingredientes elaborados a base de soja, que aportarán sus mismos beneficios: leche, aceite, salsa y harina de soja.

Una vez desplegado este escenario, se puede derribar el mito de la soja como alimento prescindible y suplantarlo por la encantadora idea de que la naturaleza nos está brindando todo su potencial servido en bandeja, para que sea aprovechado.

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