Las marcas de la perdición

FOTOTECA

Son las huellas digitales únicas y permanentes, el registro identitario del ser humano.

Tal vez como necesidad de ponerle fin al anonimato e impulsar un sistema de seguridad para toda la población, surgió el invento de las huellas dactilares. Como sistema de reconocimiento de la individualidad humana, esta revolución fue liderada por un argentino por elección: Juan Vucetich.

El recurso dactilar

Es posible rastrear antecedentes de las huella digitales en el Antiguo Oriente, donde “firmaban” imprimiendo presión con el dedo entintado en diversas superficies. Pero fue oficialmente en el año 1891, cuando este método del croata nacionalizado en Argentina, Juan Vucetich pudo consolidarse. El infalible sistema de identificación, a pesar -o quizás gracias a– los adelantos tecnológicos, sigue al día de hoy más que vigente.

Proceso de investigación

Las huellas digitales son quizás lo único que corporalmente nos permite seguir pensándonos únicos e irrepetibles. De hecho, diversos estudios han investigado si es posible que los gemelos idénticos tuvieran el mismo tejido dactilar, y si bien pudo determinarse que las huellas de estos son muy similares, siempre existirán diferencias que posibiliten la distinción.  La conjunción dactilar está formada por “crestas” y “valles” y fue esta materia prima la que le permitió al oficial Vucetich encontrar el sistema de identificación que la policía le había encomendado. Vucetich identificó 101 rasgos en las huellas que luego clasificó en cuatro grandes grupos de un sistema simplificado de cotejo. Esos mismos cuatro elementos son los que aún hoy siguen utilizándose para encarar los procedimientos.

La lupa ante el ojo

Las primeras fichas dactilares del mundo fueron hechas en Argentina, el 1 de septiembre de 1891 a 23 procesados. Ese evento determinó que aquella fecha fuera declarado Día Mundial de la Dactilografía. El método fue puesto en práctica por primera vez en la investigación del homicidio de dos niños de la localidad bonaerense de Necochea, en 1892. Francisca Rojas, la madre de los pequeños, culpó a su marido del asesinato pero la marca inequívoca de sus dedos ensangrentados en la escena del crimen terminó por condenarla.

El reconocimiento mundial no tardaría en llegar, junto con las protestas sociales. La academia de Ciencias de París declararía en 1907 al método Vucetich el más exacto conocido hasta el momento. Siete años después, los levantamientos populares continuaban, junto con las críticas al Estado por el intento de sistematización que profundizaba la vigilancia y el control social. Estas movilizaciones obligaron a Vucetich a apartarse de la escena pública y retirarse al pueblo de Dolores en el que permanecería hasta su muerte.

Con 19 semanas de gestación ya se imprimen en nuestros cuerpos estas marcas que, si se miran con lupa, dan cuenta de las estelas que nuestros movimientos escriben en el universo.

Abrir chat
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?