Mandioca, el tubérculo futurista

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La mandioca asoma como un cultivo de desarrollo productivo y resistencia frente al cambio climático. ¿Dónde? ¡En Argentina!

Mandioca, yuca, Tapioca, Cassava o Manioc. Como prefiera usted llamarla, en cualquiera de sus acepciones. A fin de cuentas, los más valioso de esta criatura americana (una más que el continente aporta a la humanidad, y van…) no se devela a simple vista. No, no. Como digno tubérculo, la mandioca resguarda lo suyo bajo tierra, en las raíces, esas que tan buenas migas han hecho con las tierras del noreste argentino.

Batalladora de ley

Para decir verdad, la mandioca es por demás amigable con cuanto terreno se le presente. Lo suyo es la adversidad: suelos pobres y ácidos, altas temperaturas (con una media anual que oscile entre los 20 y los 27ºC es Gardel), y la lluvia que venga (su ideal son 1.300 mm anuales, aunque se acomoda entre los 600 y los 2.000mm anuales). Poco más para pedirle, ¿verdad? Sin embargo, su proyección habría de cumplir otro cometido más: el de convertirse en el “cultivo del siglo XXI”, así sentenciado por la mismísima FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación  y la Agricultura). ¿Quién lo hubiera dicho de la mandioca, catalogada durante tanto tiempo como “alimento de los pobres”? Pues sería precisamente su condición de “aguerrida” aquella que diera vuelta la tortilla de su consideración mundial. Si fue alimento de pobres no ha sido más que por servir a poblaciones incapaces de valerse de algo más, tanto por sus mínimos recursos como por las desfavorables condiciones ambientales de su entorno para la práctica agropecuaria. De allí que, en pleno siglo XXI, para la FAO la mandioca sea quien mejor vaya a tolerar los golpes del duro revés que sufrirá la agricultura de todo el planeta: el cambio climático. Eso sí, no sólo de rudeza va el asunto: la mandioca es energía y de la buena. Sus raíces son ricas en almidón, constituyendo así una de las principales fuentes de hidrato de carbono. Y como si poco fuera, sus hojas son más que una buena yapa: concentran proteínas, hierro, calcio y vitaminas A y C.

Mandioca para todos

Con Misiones a la cabeza, seguida de las provincias de Corrientes, Chaco y Formosa, la mandioca es, al igual que el tabaco, un cultivo de alto estima en el noreste argentino. Pequeños y medianos productores la desarrollan con múltiples fines. Sí, porque la muy gaucha es rendidora como pocas. Veamos…Para consumo humano, se utiliza tanto su raíz fresca (¿alguna vez probó con mandioca frita para acompañar sus milanesas?) como procesada (tal es el caso de los bastoncitos precocidos y demás congelados). Incluso, como insumo de la industria alimenticia (¿recuerda que la harina de mandioca es “el” ingrediente de la deliciosa chipa?) y de la no alimenticia (léase del tipo textil, papelera, farmacéutica). Mire que resultó multifacética la Doña. Le digo más, aquí no terminan sus alcances. Apenas hemos finalizado con los servicios prestados al hombre; porque para el mundo animal también hay: tanto las raíces como hojas de mandioca, ya sea frescas o deshidratadas, pueden ser utilizadas para la alimentación de ganado vacuno. De hecho, de la elaboración de harina de mandioca se desprende un subproducto denominado afrecho, muy utilizado como suplemento en la alimentación de vacas lecheras.

Cosechando mandioca, cultivando futuro

Puras rosas para la mandioca, quien alcanzó el sumun de ponderación en la provincia donde más abunda: Misiones. Allí, instituciones públicas (estado nacional, provincial y municipios) e instituciones de ciencia y técnica (INTA, INTI, PROSAP y universidades), en conjunta labor con el sector privado, han puesto en marcha el proyecto llamado “Cluster de la Mandioca Misionera”. Se trata de un conglomerado productivo cuyo principal objetivo es contribuir al desarrollo social, fructuoso y económico de la provincia. ¿Cómo? Fomentando la competitividad de la producción industrial de almidón de mandioca a partir de la inversión pública, de modo tal que la población local pueda mejorar su calidad de vida y evitar así el desarraigo rural. Para ello, el proyecto también apunta al desarrollo de los más pequeños productores, con bajos niveles de ingresos per cápita, a fin de integrarlos adecuadamente a la cadena productiva.

Como verá la Mandioca se viene con todo. Y lo cierto es que tiene con qué. No en vano la FAO le ha echado el ojo, y la gastronomía nacional también. Enhorabuena para otra pródiga hija del suelo argentino.

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