Pastor Giménez, síganme los buenos

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Pastor evangelista y telepredicador, el Pastor Giménez adhirió masas de ignotos fieles y famosos. Y aún le resta fe en el tintero.

Nació en el bonaerense partido de San Martín, allá por 1957. Bajo el nombre de Héctor Aníbal Giménez, protagonizó una vida para nada fácil. Sólo que tal arduo transitar habría de llevarlo por los caminos de la fe, determinante elección por la que no dudó en alzar la voz. Y vaya si lo hizo fuerte: el Pastor Giménez llegó a convertirse en el telepredicador más famoso del país. Y hasta logró traspasar las fronteras nacionales. Aquí, desandamos los pasos de su prédica.

Vivir para contarlo

El menor de 13 hermanos, y el protagonista de una infancia delictiva, siempre al límite. Con apenas 11 años, se inició en el consumo de psicofármacos. De la calle y la pobreza en la que se vio sumida su humilde familia, a un Instituto de Menores del que acabó prófugo. A los 18, recibió dos balazos que le hicieron ver la luz. Sí, Giménez pasó a mejor vida, pero en literal sentido: una enfermera que acudió a su socorro no quiso comprometerse con la situación; más no lo abandonó sin antes obsequiarle el Nuevo Testamento. “Me citó un texto bíblico, hizo una oración por mí, me aferré a eso, las hemorragias se me cortaron y me dormí 72 horas seguidas”. Desde entonces, la fe ya no abandonaría la vida de Giménez.

Amor y Paz

A comienzos de los años ‘80 inició estudios pastorales en una iglesia de Escobar, y fue en esta localidad donde gestó su propio ministerio: “Ondas de Amor y Paz”, el cual fue expandiéndose por  todo el país. Para entonces, ya era el Pastor Giménez, el evangelista, el telepredicador al que siguió hasta la farándula. La década del 90 lo encontró con su propio espacio de radio y TV, y su incesante desfile mediático lo tornó un personaje entrador, carismático, capaz de captar multitudes. ¡Con decirle que hasta llenó más de un Luna Park! El mítico estadio porteño fue escenario y testigo de las reuniones evangélicas que presidía desde su ministerio, el hoy llamado “Cumbe Mundial de Milagros”.

Agridulces

El que mucho abarca, mucho aprieta. Al menos, así lo era para el Pastor Giménez, quien también incursionó en la música. Grabó varios discos con canciones de su autoría y todo. ¿Qué me dice? Claro que nuestro protagonista no estaba solo en esta gran movida. Irma López, su ex esposa, colaboró con él como co-pastora. Aunque no por mucho tiempo. Giménez y las mieles del éxito se salpicaron de amargura allá por 1994, cuando Irma lo denunció por daños y amenazas. Y hasta por lesiones a su hija en común. “Alguien le dijo que la forma de sacarme plata era difamando y haciendo un lío mediático”. Si bien tales acusaciones nunca fueron comprobadas, lo cierto es que las malas no acabarían allí.

Al banquillo

El escándalo en cuestión se agudizó por una nueva denuncia: María Morales, una feligresa de su iglesia, lo acusó de estafa. Más precisamente, lo apuntó por la venta de una casa mediante un plan de viviendas inexistentes. “Viviendas Jeremías” fue el nombre del emprendimiento inmobiliario que regenteara el hermano de Giménez junto a un seguidor, y sobre el que no tardaron en caer las sospechas de fraude. Pues las denuncias comenzaron a sucederse. De allí que, en 1999, el tribunal a cargo decidió suspender el juicio oral que se avecinaba por trabajos comunitarios que Giménez debió cumplir sin chistar.

Otra oportunidad

Sin embargo, así como con la sociedad, el Pastor Giménez tendría una nueva chance en el amor: fue de la mano de Carla, su actual esposa y co-pastora de “Cumbre Mundial de Milagros”. Ministerio que cuenta con más de 200 iglesias, coordinadas ellas desde el templo central, en la Ciudad de Buenos Aires, donde hasta han llegado a darse cita 15.000 asistentes en simultáneo. Vaya fe la de sus seguidores, esa que no parece reconocer fronteras: Uruguay, Brasil, Estados Unidos y Canadá también tienen en su haber iglesias del Pastor Giménez, allí donde la labor comunitaria está a la orden del día. Madres solteras, niños desamparados, y adictos reciben ayuda mediante campañas para cuya realización bienvenida resulta toda donación, sin olvidarnos del vital diezmo de los feligreses, claro está.

Presentar el Evangelio de Jesucristo de tal manera que convierta a los no Cristianos en creyentes, creyentes en discípulos y discípulos en líderes maduros y fructíferos que irán al mundo alcanzando a otros para Cristo”. Ese es el quid de la cuestión para el Pastor Giménez. Y habida cuenta de su incansable marcha, parece aún restarle un buen peregrinar en pos de tal misión. Como se dice, puro camino al andar. ¡Síganlo los buenos!

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