Rubias, judías y pobres

FOTOTECA

Los orígenes de la prostitución en la Argentina, precariedad, engaño y la mafia de Zwi Magdal.

Corría el año 1860, en la Ciudad de Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, se crea “La Sociedad de Socorros Mutuos Varsovia”. Este fue el primer nombre de la organización de trata de mujeres judías más grande de la historia argentina que años después, en 1904, se llamaría “Zwi Magdal” en honor al creador de la organización. Repasaremos su historia y el testimonio revelador de Raquel Liberman.

El negocio crece

No es casualidad que los primeros prostíbulos de la Zwi Magdal se hayan ubicado en Avellaneda, allí gobernó por cuarenta años Don Alberto Barcelo, político conservador, quien preparó el terreno para hacer de la ciudad un espacio de negocios sucios, juego y  prostitución. Al prostíbulo de “Las Polacas” en Av. Pavón y Mitre y el de “La chacarera”, concurrían los hombres que las preferían rubias, sumisas y de ojos celestes. El negocio fue creciendo y creciendo. En la Ciudad de Buenos Aires, los primeros prostíbulos se instalaron sobre la calle Libertad que hoy se conoce como la calle de compra y venta de oro. Con el centenario, en 1904, los prostíbulos se mudan para el barrio de Once. De esta manera, se mezclaron aquellos judíos que ejercían su trabajo legal –textiles en su mayoría- con los rufianes y proxenetas que instalaron “Las casas de Tolerancia” sobre las calles Junín, Uriburu, Lavalle, Pasteur.

La trampa

¿Cómo reclutaban a las mujeres? El sistema funcionaba a través de un engaño: los hombres viajaban hacia las aldeas de Cracovia, Polonia, en busca familias pobres para ofrecerles casarse con su hijas –niñas de entre 13 y 16 años- y garantizarles un futuro mejor en otro país. La trampa convencía a los pobladores que, ante la falta de horizonte, aceptaban el trato. Con un pie en la Argentina, el engaño se develaba, los proxenetas llevaban a las mujeres a un dpto sobre la Av. Corrientes, allí las “amansaban”, luego las ofertaban en el remate entre los socios de la mafia para finalmente ingresarlas al mercado sexual. Llegaron a controlar unos 2000 prostíbulos en todo el país, con 430 cafishios, 4.000 prostitutas esclavas y hasta un cementerio de rufianes y prostitutas en Avellaneda.

Raquel Liberman, heroína

Fue una mujer prostituta, esclava de esta organización, quien sin contar con antecedentes de denuncias que respaldaran su accionar, logró armarse de valor y ponerle fin a la misma: hablamos de Raquel Liberman. Polaca, sola y con dos hijos a cuestas, llegó a la Argentina en 1922 engañada por sus cuñados miembros de la mafia Zwi Magdal. En 1930, tuvo éxito al denunciar tanto a proxenetas como a madamas de la organización.

El grito desesperado de esta mujer llena de coraje y decisión persiste hoy en todas aquellas, que solas o a través de organizaciones denuncian y persiguen el tráfico y prostitución de mujeres y niñas en nuestro país.

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