Soledad, presente cada 2×4

FOTOTECA

Porque el tango todo lo siente y dice, a lo largo de su historia no le esquivó el bulto a la soledad; sino que supo retratar su presencia.

De acuerdo a lo dicho por la Real Academia Española, soledad es “carencia voluntaria o involuntaria de compañía”. Además de “lugar desierto o tierra no habitada”. Pero… ¿qué pasa cuando la soledad nos habita?, ¿Cuándo, más que una carencia, se torna una presencia capaz de ocupar espacios, de inmiscuirse en costumbres, de poblar paisajes? Ya lo dice el refrán… “más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Y el tango, vieja voz musical del decir nacional, de las almas, sus penas, sus contratiempos, sinsabores y esperanzas, vaya si se las sabe lungas…

Soledad omnipresente

Cotorro que alegrabas las horas de mi vida, hoy siento que me muero de angustia y de dolor. Vivir sin la esperanza de la mujer querida. Sentir la herida abierta, sangrando el corazón. Vaya pena la del “Pobre corazón mío” al que Contursi dio letra y latido… Sí, porque la soledad suele vestirse de mujer si de 2×4 hablamos, de amor ausente extraviado y embebido de melancolías como pocos. Porque su presencia se siente, habita “Mi noche triste”: y el espejo está empañado y parece que ha llorado por la ausencia de tu amor (…) Y la lámpara del cuarto también tu ausencia ha sentido porque su luz no ha querido mi noche triste alumbrar. Sí, señores. La soledad, pues, excede a su portador: copa ambientes, objetos y hasta compañías que de ella se hacen eco. ¡“Si supieras”! Y aquel perrito compañero, que por tu ausencia no comía, al verme solo el otro día, también me dejó. Porque sobre llovido, mojado. Y si de soledad hablamos, ni le cuento…

Chau, chau, adiós

Claro que la soledad no solo es un sentimiento solo de los olvidados, los abandonados. Al fin de cuentas, quién marcha, quién parte solito y solo con su alma, bien sabe ella… “¡Adiós muchachos!”, compañeros de mi vida, barra querida de aquellos tiempos. Me toca a mí hoy emprender la retirada, debo alejarme de mi buena muchachada. Adiós muchachos, ya me voy y me resigno… Contra el destino nadie la talla… Nostalgia, resignación, y demás etcéteras que demuestran, la soledad se viste, también, de aquello que queda atrás. De afectos, de ritos de la vida, de pedazos de tierra a las que arraigamos el corazón. ¡“Adiós, Pampa mía”! Me voy a tierras extrañas. Adiós, caminos que he recorrido, ríos, montes y cañadas, tapera donde he nacido. Si no volvemos a vernos, tierra querida, quiero que sepas que al irme dejo la vida.

Tic-tac

¿Acaso hay algo más de lo que doña soledad pueda adueñársenos? Pues déjeme decirle que sí, y de lo más preciado que poseemos: el tiempo. Yo no quiero que nadie se imagine cómo es de amarga y honda mi eterna soledad. En mi larga noche el minutero muele la pesadilla de su pequeño tic tac (…) En la plateada esfera del reloj las horas que agonizan se niegan a pasar. El tango “Soledad” detiene el tiempo en la penuria de sus versos, en ese sin fin del que el pobre tanguero, en su solitaria condición, es prisionero. ¿Será que las esperas encuentran, finalmente, su punto final? ¿O qué, por el contrario, las esperas son ese pulso que resiste las ausencias? “Hasta el último tren”, más vale no desesperar: (…) amo el tren que se despide y amo el tren en que tú llegas (…) Distintas emociones: llegada y despedida, alargada mi sombra en desolado andén cuando agito mi mano después de tu partida o cuando espero en vano hasta el último tren (…) Lloro de pensar que otro verano un andén abandonado me verá esperando en vano y el dolor se haga presente cuando inexorablemente no tenga qué esperar.

Y va el tanguero solo, con su inoxidable sentir a cuestas, entonando sentires para los que, quizá, no le sea posible hallar respuesta. Es la vida que no ahorca pero aprieta, y que, de tanto en tanto, embebe el corazón de dulces recuerdos, de esos que no abandonan, de esos que acompañan hasta el fin. Soledad… de soltería, son treinta abriles ya cansados de soñar; por eso vuelvo hasta la esquina del boliche a buscar la barra eterna de Gaona y Boyacá. Vamos muchachos, esta noche a recordar una por una las hazañas de otros tiempos y el recuerdo del boliche que llamamos “La Humedad”.  Deslústrese los ojos, nomás, y que ese lagrimón se piante de solo estas estrofas entonar…

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