Tabaco nacional, la joyita agropecuaria

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La producción de tabaco es una de las más importantes actividades agropecuarias del país. Pase y descubra un cultivo digno de buen lustre.

¿Pasamos lista? Corrientes, Misiones, Chaco, Tucumán, Salta, Jujuy y Catamarca. Sí, nutrida asistencia de provincias en lo que a producción de tabaco refiere. Actividad de alta presencia en el Noroeste y Noreste nacional que representa, en materia agrícola, una de las más importantes del país. Ah, y con ascendencia en el mercado mundial y todo. ¿Qué tal?

La gallina de los huevos de oro

Bondadoso como pocos, el tabaco redobla la apuesta en materia de productividad. ¿Cómo así? Ocurre que se trata del cultivo que mayor mano de obra por unidad de superficie demanda en el sector agropecuario. Para que se dé una idea, desde la plantación hasta la cosecha, el tabaco requiere de entre 70 y 130 jornales por hectárea,  cantidad que no precisa la producción de maíz, trigo ni soja -¡ni siquiera alcanzan un jornal por hectárea!-. ¿En que se traduce ello? En que la producción de Tabaco tiene una poderosa influencia en el desarrollo social de las localidades/provincias en las que se practique. Le digo más, a nivel fiscal, este cultivo también es gauchito: en tanto el 70% de su valor total constituye impuestos, es un gran generador de recursos fiscales, tanto a nivel provincial como nacional. Y visto y considerando el volumen de producción tabacalera que nuestro país posee, sin dudas que no resulta un dato menor…Para nada menor. Con decirle que, en el 2012, Argentina se convirtió en el octavo país productor de tabaco del mundo,  y en el séptimo exportador, también a escala mundial. Ya en el 2014, su nivel de exportaciones tan sólo fue superado por China y Paraguay, lo que le permitió escalar a la tercera posición. Una pinturita.

Tabaco, puro orgullo nacional

No es de extrañar entonces que el grueso de la producción nacional de tabaco (entre el 80 y el 90%) se destine a la exportación: Paraguay, Canadá, Bélgica y China son algunos de los principales compradores de tabaco argentino. Por cierto, destacado por la alta calidad de sus hojas y reconocido por la tradición que supo forjarse en estos pagos. Buen camino andado tiene la producción tabacalera en nuestro país, esa que peina canas con orgullo y distinción. ¡Si le habremos contado ya de los Cigarros Manrique y su artesana producción! Mire que ha sobrevivido fiel a su esencia,  generación tras generación…Pues lo cierto es que detrás de todo gran puro, hay una gran materia prima. Esa que, más allá del aporte de hojas importadas -necesarias para dar con determinado “blend” o mezcla-, nace en suelo nacional, y a mucha honra. En este sentido, la producción tabacalera argentina tiene variantes para todos los gustos. Por un lado, el llamado tabaco exótico, compuesto por las variedades Virginia y Burley. Por otro, el denominado tabaco indígena, constituido por el Criollo Misionero, el Criollo Chaqueño, el Criollo Correntino y el Criollo Salteño. Sí, gran abanico, gran.

Rubio noroeste

Bien podríamos decir que el tabaco Virginia es el rey del noroeste. De sus hojas se produce la mayor proporción de tabaco consumido en el mundo. Aunque no es para cualquiera: su producción requiere de un curado con estufa a realizarse en finca, lo cual implica una mayor inversión que la producción de otro tipo de tabaco, como ser el Burley (el cual se seca “al aire”, en secaderos bien ventilados). En este sentido, las provincias de Salta y Jujuy son las mayores productoras de tabaco Virginia. Aunque el Burley también es de la partida en Salta, junto al Criollo salteño, variedad netamente local. Por su parte, quien se alza con la batuta del Burley en los pagos del Noroeste es la provincia de Tucumán, la cual cuenta, mayoritariamente, con unidades productivas del tipo familiar, atendidas por sus propietarios.

De claros y oscuros

Sin embargo, el Burley es amo y señor en el Noreste, más precisamente, en la provincia de Misiones, allí donde los pequeños productores también tienen su bien ganado lugar. Mire cómo será el predominio del Burley que hasta ha desplazado la local variedad provincial: el Criollo Misionero. Aunque, bien vale aclarar, el ocaso de éste último también ha tenido que ver con su condición: al tratase de un tabaco negro, ha resultado víctima de la escasa demanda sufrida por “los oscuros”. A diferencia del propio Burley, el Virginia y hasta el Criollo Salteño, rubios ellos, el Criollo Misionero, así como el Criollo Chaqueño y el Criollo Correntino (Corrientes es la única provincia especializada en el tabaco negro), no se las ven tan claras, valga el juego de palabras. Estos morenitos constituyen los “oscuros del nordeste”, quienes, aún sin ser tan requeridos como los “claros” subsisten dignamente, dando vida al juego de la variedad y sin escatimar calidad. Preciado combo por el que la producción de tabaco nacional sigue siendo toda una joyita agropecuaria. ¡Qué mejor que seguir dándole lustre!

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