En el fragor de un verano porteño, con un atardecer que permite estirar la cena, las barras son una gran opción para generar el propio oasis incluso en el entramado del asfalto urbano. Aquí una guía de tragos y bocadillos para vacacionar en la urbe.
Por Danilo Raticelli
La caminata de la sed puede empezar en Billinghurst y Valentín Gómez una de las esquinas más porteñas de Almagro: con clásicos contundentes, gustos exuberantes y el mismo equipo de camareros fieles de antaño, Don Carlos Billinghurst 450 revive las épocas gloriosas del jamón crudo recién cortado, las rabas, los mariscos y las pastas al gusto criollo. Y suma una gran cava Premium y una barra renovada con los más buscados whiskys extranjeros, cognac y oporto, brandy y jerez, licores y destilados de todas las latitudes. ¿Lo más buscado al atardecer? sus aperitivos Martini Rosso Jagermeister importado, y el clásico Martini Dry.
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Dentro del folklore local, la barra de la Pulpería Quilapán -Defensa 1344- nuevo espacio para saborear comidas y bebidas bien criollas, nacido de la mano del francés Gregoire Fabre, cautivado por el terruño argentino, que hace foco en satisfacer a sus parroquianos con una rica gama de Vermú Malbec – Piaccere; Vermú Riesling – Piaccere; Caña Legui; 8 Hermanos Pineral; Hesperidina; Fernet Branca; Fernet Beney artesanal Gancia con limón; Cinzano con soda; Amargo Obrero con soda; Cynar Campari.