Vamos a ver como es ¡El tránsito al revés!

FOTOTECA

En 1945 el mapa vehicular de argentina dio un verdadero volantazo. Adiós a la izquierda y bienvenida la derecha. Revolución sobre ruedas.

De izquierda a derecha, de mano a contramano, de camino de ida a camino de vuelta. Sí, allá por 1945, las calles y avenidas de Argentina estaban “ruedas para arriba”. Y no era para menos: el amanecer del domingo 10 de junio dio luz a un verdadero reino del revés en materia de tránsito. Desde entonces -y por decreto firmado el 4 de octubre del año anterior- cambiaría el sentido de circulación de vehículos. Nuestro país abandonaba la norma inglesa de andar por la mano izquierda para sumarse a las filas de Francia y Norteamérica: ¡todos por la derecha! Así, cada vehículo dispuesto a transitar el asfalto nacional debió cambiar el Apple pie por la Creme Brulée. En otras palabras, un verdadero merengue.

A diestra y siniestra

El “derechismo” vehicular es ya casi una norma natural en la mayor parte del mundo. Pero… ¿Cuál es la razón por la que originalmente se conducía sobre la izquierda? Remontándonos a la antigua Roma encontramos dos razones capaces de responder nuestra pregunta: la espada y el látigo. Ante una mayoría de población diestra, la espada era cargada sobre la izquierda y -en consecuencia- el caballo se montaba por el lado derecho. ¿Cómo hacerlo con la pierna izquierda si allí se enfundaba el arma? Y si del látigo hablamos, al conductor de carruajes no le quedaba más que conducir sobre la izquierda, no fuera a ser que un inocente transeúnte ligara un latigazo de sólo andar por la vereda. Sin embargo, a fines de 1700 Francia y Estados Unidos sentarían precedentes: ambos países transportaban productos agrícolas en vagones tirados por varios pares de caballos. ¿El conductor? Se sentaba en el último caballo de la izquierda; al tiempo que mantenía su marcha sobre la margen derecha para observar mejor la distancia con los vehículos que circulaban sobre el lado opuesto.

Revolucionando el pavimento

Lo cierto es que el impulso definitivo a la conducción vehicular por la derecha lo dio la Revolución Francesa de 1789. ¿Cómo así? Antes de este episodio la aristocracia circulaba por la izquierda, quedando la derecha relegada a los campesinos. Sólo que, tras la toma de la Bastilla, a la nobleza no le quedó más que transitar por la derecha para no llamar la atención. Cinco años después  y decreto mediante, se oficializaría la norma. Aquella que Napoleón supo propagar con éxito al imponerla durante sus conquistas: Países Bajos, Suiza. Alemania, Polonia, Rusia… Mientras que los Estados que se resistieron (Gran Bretaña, el imperio Austro-Húngaro y Portugal) mantuvieron la izquierda. Carril va, carril viene, la circulación vehicular y sus fundamentos determinaron una división europea vigente por más de 100 años. Sí, hasta después de la Primera Guerra Mundial.

Onda expansiva

Claro que el cimbronazo no tardaría en cruzar el océano y Argentina no fue la excepción. Desde el mencionado domingo 10 de junio de 1945, la circulación vehicular de todo el país se volcó hacia la derecha. Subtes, trenes y el tranvía que unía la estación Federico Lacroze con Campo de Mayo quedaron excluidos de la norma. Así, las ciudades vieron mutar el sentido de circulación de muchas de sus calles. Al tiempo que, cual efecto dominó, se modificaron los recorridos de tranvías y colectivos. Carteles de señalización y empalmes de vías tampoco zafaron de la gran reestructuración vial. Aunque aún restaba un detalle para nada menor, en especial para las industrias automotrices: ¡La posición del volante en los vehículos! En este sentido, más allá de la tendencia mundial, seguridad y comodidad fueron las principales razones por las que se decidió dar vuelta el mapa vehicular argentino. Con un 85% de población diestra, resultaba mucho más práctico que la palanca de cambios se pudiera manipular con la mano derecha y que el volante se situara a la izquierda. Algo tan cotidiano a nuestros días que parece carente de toda dificultad. Pero las hubo. Tanto así que se redujeron las velocidades máximas, se prohibió a los peatones el cruce de calles a mitad de cuadra y hasta entraron en escena los famosos “zorros grises”: inspectores uniformados listos para sancionar a quien transgrediera las normas.

Claro que el tiempo se encargó de asentar las costumbres y colocar las cosas y vehículos en su lugar. ¿Dónde? Por si quedan dudas… ¡A la derecha!

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