Xeneize, la patria futbolera

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¿“Genovés” se dice “xeneize”? ¿O viceversa? Tras bambalinas de la historia boquense, hoy revelamos el por qué de su inoxidable gentilicio.

Xeneize es un estadio y un estadío. Una calle, un barrio, una pertenencia, una identidad, un sentir del alma. Xeneize es todo ello en una sola palabra, esa que no existe en ningún diccionario pero que poco entiende de cuestiones etimológicas. Xeneize es una patria, un latido compartido por quienes la adoptan cual gentilicio, nombre propio, apellido. Una gesta tras la que iremos en estas líneas. ¿Nos acompaña?

Con acento genovés

Que si es hincha del Club Atlético Boca Juniors, sabrá entonces de qué hablamos, pues es usted todo un xeneize. Que si simpatiza para otra vereda, pues seguro también lo sabe, pues por sobrados 90 minutos se habrá disputado pelota y orgullo con uno de ellos. ¿Entonces? Sí, todos sabemos de qué hablamos cuando hablamos de xeneize. El quid de la cuestión más bien está en el por qué. ¿De dónde ha salido dicho término? Hemos dicho, aunque brille por su ausencia enciclopédica, xeneize quiere decir “genovés”. ¿Una suerte de sinónimo? Algo así… Ocurre que, siguiendo el dialecto de dichos pagos italianos, “Zena” o “Xena” es el nombre con que los locales conocen a la región. Por lo que “Xeneize” no es más que decir: “oriundo de Génova”. Sí, allí desde donde zarpó buena parte de la tanada que, a posteriori, echó raíces en suelo nacional durante los tiempos de inmigración europea; y que fecundaría en nosotros tantos de sus usos, costumbres y, cómo no, pasiones.

Yo, tú, él…

Fútbol… ¿acaso existe mayor pasión de multitudes? Sin embargo, cuando el siglo XX daba sus primeros suspiros, quienes eran multitud en los sureños pagos de La Boca eran los italianos; y, en gran medida, genoveses. ¿Qué otros si no ellos habrían de fundar entonces el famoso club de la rivera? Esteban Baglietto, Alfredo Scarpatti, Santiago Sana, y los hermanos Juan y Teodoro Farenga fueron los xeneizes que en 1905 lo hicieron posible. De allí que cada hincha del flamante club se convirtiera en un xeneize más, y otro más… Compatriotas de una pasión que extenderían su gen y apodo a todo cuanto comprenda el mundo “azul y oro”.

¿Flamante? No, flameante

Así la historia, a Boca Juniors llegó su primer partido oficial vestido de… ¿blanco y negro? Sí, sí. Confeccionada por la hermana de los Farenga, la camiseta era de fondo blanco con finas líneas verticales negras). La hubo luego en su versión color celeste, azul y otra de finas líneas azules y blancas. El caso es que para 1907, el Racing Club de Avellaneda vestía una camiseta similar. ¿Y entonces quién se la queda? A resolver en la cancha se ha dicho, que en el césped se ven los pingos. Y ante la victoria de Racing, a Boca no le quedó más que sumirse en la creatividad, o por qué no el azar… El equipo necesitaba nueva vestimenta, nuevos colores que lo identificaran, y el ex presidente Juan Rafael Brichetto no se anduvo con rodeos: que el club adoptara los colores de la bandera del primer buque que asomara en el puerto del Riachuelo. Y el azul y amarillo de una bandera sueca fueron quienes primerearon la partida, flameando en la historia de Boca Juniors para siempre.

Salió entonces el dorado sol en el azulado cielo de La Boca, brilló entonces la piel de su hijo pródigo y la bandera de una patria que no precisa ya de mayores definiciones ni preámbulos: xeneize. Todo lo demás, está por sentir.

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