Yo, bolígrafo argentino

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El bolígrafo facilitó la escritura y cambió la forma de conservar los recuerdos

Se terminaron los manchones de tinta y las luchas por conseguir un trazo completo en el mismo momento en que se inventó el bolígrafo. Puede considerarse, sin dudas, una revolución en materia de escritura ya que su trazo simple y su perdurabilidad lo puso en el mapa mundial de una vez y para siempre.

Nacimiento y difusión

El prototipo del bolígrafo surge como respuesta a la incomodidad que le generaba al periodista húngaro Ladislao Biro que durante algún reportaje se le trabara la pluma. Dice la tradicional historia que la idea de que una bolilla fuera la que iba a dejar pasar la tinta al tiempo que generaba el trazo, la obtuvo de observar cómo unos pequeños jugaban a la bolita y cómo estas se deslizaban dejando una pequeña marca en el suelo cuando habían estado en contacto con agua. El bolígrafo consisten, entonces, en un tubo de plástico o metal donde se aloja la tinta y una punta que contiene una bolilla encargada de regular el trazo cuando la tinta se libera.

Yo, argentino

La historia de cómo este húngaro terminó volviendo su invento el emblema del invento argentino tuvo que ver con el por entonces presidente Agustín Pedro Justo. El mandatario, una vez finalizado su gobierno, tuvo la suerte de ver a Ladislao Biro escribiendo con el prototipo y decidió invitarlo a nuestro país. Biro le expresó la dificultad que atravesaba para conseguir una visa para el ingreso y fue el propio Justo quien le allanó el camino para que pudiera acceder sin problemas. Tuvo que estallar la Segunda Guerra Mundial para que el inventor decidiera finalmente instalarse en el país.

¿Me das una BIC?

Existe un recorrido y una evolución entre ese primer bolígrafo diseñado por Biro y el que conocemos, asociados muy fuertemente a la marca BIC. Cuando se patentó en Buenos Aires en 1943, el boligrafo Biro se lo hizo bajo el nombre de birome (un acrónimo de Biro + Me, de Hansi Meyne, el inseparable amigo inventor de Biro). Ese mismo año se lo asoció a la marca Estadounidense Parker Pen y en 1945, el industrial francés Marcel Bich decide comprar la patente y comercializarla con el nombre BIC.

El bolígrafo fue uno de los grandes inventos de la humanidad. Nunca falta uno en la cartera de la dama o el bolsillo del caballero para asentar con firmeza trazos de la vida hechos palabras. Así lo creía también Terry Pratchett: “El bolígrafo es más poderoso que la espada si la espada es corta y el bolígrafo es agudo“.

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