Zanjón de granados, la arqueología continúa

FOTOTECA

Un nuevo hallazgo arquitectónico en San Telmo se une a la trama subterránea del Zanjón de Granados. Esta vez, desde los tiempos de 1810.

Si la Buenos Aires Aldea vivía a rostro difuso, surcada por riachos y zanjones, carente de límites precisos entre ciudad y campaña… ¿Con cuántas versiones de Buenos Aires somos capaces de dar si hurgamos en su tiempo? Cual imagen Caleidoscópica, nuestra querida ciudad supo armarse y desarmarse en tantas composiciones como sus piezas le permitieron. Y lo cierto es que éstas últimas, así como la historia, no están todas dichas. Arqueología mediante, a las pruebas nos remitimos. Pues su más reciente hallazgo testifica, la historia del gran Zanjón de Granados no ha llegado a su fin.

Desandando caminos

Calle Bolívar 884 y 886. San Telmo. Un inversor italiano, tan conocedor como curioso, proyecta un hostel en dicho solar. Pero la historia huele fuerte allí. Y las manos de los arqueólogos Daniel Schavelzon y Falvia Zorzi le dan la derecha a la no va vana sospecha. La historia no solo huele, sino es profunda allí, suelo abajo, donde salió a la luz el piso de una casa del siglo XIX. Mayores precisiones se buscaron, y se dio con el propietario más antiguo que de tal solar pudo hallarse: el portugués Cosme Duarte. Imagine, pues, de allí en más… Don Cosme vendió el terreno a un matrimonio en 1787, siendo el protocolo firmado ante escribano cuanto asegura que, para entonces, el portugués ya contaba él. Desde cuándo, es una incógnita aún. Pero el caso es que tras aquella venta comenzó un pasamanos que incluyó herencias, sucesiones y finalidades diversas que incluyeron desde una escuela hasta un piso de inquilinato: el primero, aún presente en la actualidad. Pues el solar también supo de numerosas manos a su obra durante tamaño tiempo. Otra vez más, desde cuándo, parecía ser una segunda incógnita. Pero solo lo parecía. Aunque los arqueólogos e historiadores intervinientes creyeron que el terreno había sido un baldío hasta mediados de siglo XIX, los hallazgos in situ batieron la posta.

Revolucionario

Los hallazgos y la paralela investigación histórica. Una fue de la mano de la otra. Y la tesis de doctorado en Historia del alumno Emir Reitano para la Universidad de La Plata arrojó luz en el camino. Basándose en padrones de extranjeros del período colonial tardío, se concluía en que don Cosme Duarte había ya construido una casa en su solar. Se la declaraba compuesta por un cuarto de un tirante y una cocina a media agua. Sí, suficiente para pensar en una casa por el solo hecho de contar con una viga en un único ambiente. Suficiente para la época datada a partir del piso hallado: 1810. ¿Qué si estamos entonces ante un hallazgo de los tiempos de la Revolución de Mayo? Aunque sin exactitud de fecha por trabajos aún en curso, los arqueólogos estiman que para entonces ya habitaba gente en ella. Que el piso podría pertenecer a la galería exterior de la casa y sostenía el alero frontal sobre la actual calle Bolívar. Todo gracias a un pilar encontrado. De hecho, las casas con galería resultaban comunes antes de 1810, cuando Buenos Aires aún transitaba sus tiempos aldeanos.

Todos los caminos

¿Qué cómo fue posible dar con tal subterráneo mundo? Pasando por debajo de la propiedad en cuestión, la respuesta no es otra que el Zanjón de Granados. Aquel cuya historia comienza de la mano de “El tercero del sur”, uno de los tres grandes arroyos (el más importante de ellos) que atravesaron San Telmo y cuya naciente se hallaba en la zona de Constitución. Discurriendo en diagonal hasta Bolívar y Chile, circuló a lo largo de ésta última por un zanjón que tomó el nombre de uno de los vecinos que allí vivía: Granados. Utilizado en principio como desagüe, se construyó luego en su redor una galería de ladrillos capaz de contenerlo y sepultarlo. Hasta que, allá por 1985, la antigua galería y un mundo con ella enterrado saldrían al descubierto tras que los pisos de una casona cedieran en su resistencia. Tal vez, a la historia: vestigios de una residencia aristócrata y posterior “conventillo” de inmigrantes aguardaba suelo abajo. Era aquel el puntapie de una de las obras de recuperación arqueológica más importantes de la ciudad: una laberíntica secuencia de túneles subterráneos que se extienden por debajo de toda la manzana. Construcciones del 1700, 1740 y 1830; cisternas, aljibes y un complejo sistema de desagües (muestra única del sistema de control de la naturaleza de la ciudad colonial) componen el rico patrimonio del Zanjón de Granados.

 

En Chile y en Bolívar, cuatro siglos de vida urbana continuados, emparentados en la historia subterránea de una Buenos Aires que no se deja ver; pero que de tanto en tanto se descubre, se revela, revive como el ave Fénix para recordarnos lo imprescindible: no hay futuro sin presente desde el que proyectarlo. Más no hay presente consiente sin noción de pasado, de cuánto hasta aquí nos ha traído. Definiendo el trazado de las calles del sur porteño, el Tercero del sur vaya si las trajo. En el omnipresente sonido de su caudal, en el eco de su zanjón, historia aún nos trae.

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