La Crotoxina irrumpió en Argentina allá por el 1986 con la promesa de que el cáncer sería cosa del pasado a partir de su descubrimiento. Y, varias polémicas abrieron a partir de esta incursión. Se lo llamó conducta irresponsable de la investigación, generación de falsas esperanzas o trampa mediática. El análisis de esta cuestión hasta traspasa los alcances médicos puesto que incidió de una manera directa en las expectativas sociales y en las ilusiones, sobre todo, de quienes padecían tan cruel enfermedad.
Panorama histórico de la crotoxina
En 1985 se da a conocer que el doctor Vidal tenía en sus manos una investigación en la que se daba cuenta de que la Crotoxina, obtenida del veneno de las serpientes del Norte del país, tenía la capacidad de detener o disminuir el crecimiento tumoral y que, por lo tanto, se estaba ante las puertas de una posible cura para el cáncer. El médico sanitarista, Aldo Neri, quien en ese momento era funcionario público, recuerda de la conmoción popular que se había generado tras la manifestación que los médicos investigadores habían hecho pública en los medios. En ese momento el ministro encargado de la Sanidad Pública era Conrado Storani y tuvo que involucrarse de manera directa con este hecho que pronto se transformaron en un suceso mundial. Pero tras la convocatoria de médicos oncólogos especialistas para que evaluaran los dichos de los médicos Vidal y más tarde Molina, Hernández Plata y Costa, se llega a la conclusión que no había una comprobación científica sobre los efectos terapéuticos que la crotoxina pudiera ejercer en los enfermos de cáncer y, por lo tanto, se prohíbe que se continúe con el tratamiento que irracionalmente se había comenzado a impartir.
Esperanzas desesperanzadas
En octubre de 1986, luego de comprobar que varias de las pruebas presentadas por Molina y por Vidal, habían sido fraguadas, se prohíbe el tratamiento con Crotoxina por ser ésta, una droga más de todas las que en el mundo se encontraban en evaluación. Como consecuencia surge el mercado negro de la Crotoxina, impulsada, sobre todo, por la esperanza de enfermos y familiares que no veían todo lo externo y que preferían apostar a pesar de las negativas oficiales. Se pagaban entonces sumas millonarias mientras que también se desestimaban otras alternativas de cura por la esperanza de que esta falsa propuesta había generado.
El después de la falsa cura del cáncer
Si la Crotoxina hubiera sido realmente un componente de validez para el tratamiento del cáncer, seguramente se hubiera avanzado sobre su investigación y las posibilidades de su aplicación. En la investigación de las drogas se trabaja en fases y se conoce que el estudio de la Crotoxina no pasó de la Fase I. Si algo queda como cuestión a considerar, mirando hacia atrás, es el tema de la irresponsabilidad social, no solo de la investigación sino también de los medios de propagación que no podían ignorar la expectativa social que iba a generar su difusión.
En 1995 se reabren las causas de la investigación, esta vez sí bajo los protocolos de investigación existentes, en hospitales de General San Martín y de Vincente López, con la conclusión firme de que la Crotoxina no curaba el cáncer. Con la muerte de Vidal, en el año 2002, vuelve a reabrise el tema y siguen vigentes páginas que aluden a una posible fundación llamada Crotoxina, esperanza de vida, pero la misma no cuenta con aval ninguno del Conicet, el mayor centro de investigación argentino.