El Himno Nacional Argentino fue publicado en 1980, sin música y con letra del poeta, escritor y ensayista argentino Leónidas Lamborghini (1927-2009). ¿Acaso no es correcto? Tal vez no sea una verdad histórica, pero es una verdad poética. Por lo tanto, corresponde considerarla. Lo que se conoce como Himno Nacional es una canción utilizada en la celebración de los actos patrios. En realidad es 12 estrofas más larga (sin contar la repetición del estribillo) y su título original es Marcha patriótica. Su letra fue compuesta por Vicente López y Planes en 1812 y musicalizada por Blas Parera un año más tarde.
En 1980, bajo el título de Episodios, el escritor argentino Leónidas Lamborghini publicó una serie de reescrituras acerca de diversos textos nacionales. En ese libro incluyó una nueva versión del himno, un poema llamado “Seol” que así comienza:
“Lo mortal
Lo que se oye.
—oíd: el ruido de lo roto en el trono de la identidad
En lo dignísimo.
—oímos
Respondemos: el ruido de lo sagrado de lo unido en lo dignísimo de la identidad que se rompe.
Oímos lo abierto a lo mortal, la salud rota en lo mortal: el grito.”
A primera vista el texto parece incongruente. Y si se piensa musicalmente, el himno tal como existe resulta mucho más adecuado. Pero, entonces, ¿Qué es lo que se proponía Lamborghini? El Himno Nacional, compuesto a comienzos del siglo XIX, es una clara expresión de la literatura romántica. Lo que aparece en juego es la construcción de la patria, la aparición de una nueva nación, la visión a futuro y la identidad naciente. En la Argentina de 1980, todas esas expresiones del himno podían ser puestas en duda frente a la dictadura militar, la desaparición y el genocidio, la intervención de los medios de comunicación y la consigna de que los argentinos éramos “derechos y humanos”, entre otros graves sucesos. En palabras del ensayista Carlos Belvedere, el poema “Seol” es la expresión de “la inexistencia de una identidad propia”.
En definitiva, si la Argentina desde sus comienzos fue un territorio de una mixtura infinita de personas que llegaron desde las más vastas regiones del mundo a poblarlo, ¿cómo hablar de una identidad precisa? Para responder a esta pregunta, Lamborghini se propuso reescribir ese ideal, alterarlo, es decir: hacerlo otro.
En conclusión, ante la ruptura de la argentinidad, ante la evidencia de lo mortal, de la falta de libertad y frente al conflicto, el mismo Himno Nacional se parte o debe partirse. “Seol” es un himno para escapar al canto oficial, que fue utilizado para decir quiénes pertenecían realmente al “gran pueblo argentino” y quiénes no formaban parte de él. El himno roto es una demostración de cómo las palabras de la historia se inscriben a través de gritos en la guerra, “lo mortal: el grito”, en palabras de Lamborghini.