Una presentación de dúos en la primavera de 1947 en Salta, en la que participaran Víctor José Sambrano y Carlos Franco Sosa, por un lado y Aldo Saravia junto a Juan Carlos Saravia, por otro, dio inicio a “ Los Chalchaleros ” porque finalizado el espectáculo, decidieron unir los duetos en apuesta de algo mayor. Pasados dos años, Aldo decide abandonar el grupo y José Antonio Saravia Toledo toma su lugar. Lo mismo sucede con Carlos Sosa que será reemplazado por Ricardo Federico Dávalos cuando abandone la carrera musical para dedicarse al estudio de la Arquitectura. Así fue el grupo inicial de este hito del folcklore que luego sufrió algunas modificaciones más.
Buscando un lugar dentro de la música
José Antonio “El Chango” Saravia Toledo, era profesor y director del Colegio Nacional de Salta y los que serían sus compañeros de grupo musical, eran sus alumnos cuando decidió emprender la aventura de ser representante junto con ellos y sus voces, del folcklore nacional. Como todo grupo que estaba emergiendo, fueron nutriéndose de lo que sus familiares pudieran proporcionar. Comenzaron con los ensayos en el domicilio de Víctor y como iban viendo cierto malestar en la madre del joven, José Saravia decide nombrarla madrina del grupo para calmar la situación. Aún así tuvieron que trasladar su sala de ensayo a la biblioteca del Colegio Nacional de Salta que José presidía como directivo y hasta 1953 se fueron consolidando paso a paso dentro del folcklore con canciones populares como “Lloraré” y “Zamba de mi esperanza” que se incorporaría en un repertorio posterior.
Desde Salta a Europa
Tantos años de trayectoria iban acompañados por altas y bajas entre los integrantes del grupo. Lo cierto es que en la consagración que alcanzarían en 1966, “Los chalchaleros” estaba formado por Juan Carlos Saravia, Ernesto Cabeza, Polo Román y Pancho Figueroa. Canciones como “La nochera”, “Paisaje de Catamarca”, “Yo vendo unos ojos negros”, “Los sesenta granaderos” y “Luna tucumana”, todas convertidas en clásicas, fueron los temas más populares de esta época. En 1968 ganaron el Festival de Cosquín y ese fue el primer paso para la carrera internacional que todos juntos emprenderían. Sin embargo, en 1980 fallece Ernesto Cabeza por una enfermedad y luego de ser un trío durante tres años, aceptan el legado que el propio Ernesto había otorgado en el hijo de Juan Carlos, Facundo Saravia, con quien se renovarían y redoblarían las apuestas ya que el público también se vería actualizado.
Los propios miembros del cuarteto reconocen con añoranza la posibilidad que les brindó su despliegue artístico y si bien nunca se sintieron verdaderos poseedores del saber musical reconocen que lo que generaban en el público era algo intenso puesto que los aplausos eran interminables.
Eternas despedidas y muchas anécdotas
Más de 50 años de carrera, respeto y afecto ganado a lo largo de tantos años fueron la causa de que la despedida del grupo se continuara por cerca de un año y medio. Entre las anécdotas más características que el mismo grupo ha divertido relatando se puede descubrir, por ejemplo, que la falta de cierre de los versos que parecía un juego vocal era más bien un recurso porque se quedaban sin aire, y que las voces de aura de las que Juan Carlos Saravia, era el portavoz las habían implementado para no tener que cabecear entre sí al comenzar al mismo tiempo a cantar. Y con la misma humildad y energía que caracterizó toda la trayectoria del cuarteto, también Saravia ha comentado en alguna que otra ocasión lo increíble que sintieron cuando contratados desde Buenos Aires pidieron una suma millonaria para el momento, puesto que no tenían ganas de asistir al evento y que se la otorgaron por lo importante de su convocatoria.
50 títulos componen la discografía de “ Los Chalchaleros ” y ya llevan 29 las recopilaciones hechas post disolución del grupo. Su historia es inmensa y los datos que pudieran proporcionarse miles, lo cierto es que “Los Chalchaleros” nacieron para que, vaso de tinto en mano, te sientes vos, parroquiano y absorbas lo mejor de la tierra argentina expresada en un canto de fuerza e intensidad.