Rompiendo moldes en su propia vida y en cualquier orden establecido, Marta Minujín se erigió como una artista que se construyó a sí misma, independiente y dueña de una imagen e imaginación particulares.
“Todo es arte”: no hay diferencia entre el arte y la vida
París en Francia fue la base de una aventura artística que se inició como provocadora y movilizante y continúa siéndolo. Se casó muy joven, con apenas 16 años con quien hoy sigue siendo su pareja, sólo para poder emanciparse. Esa independencia temprana de sus padres fue un fuerte símbolo vivo de su trayectoria; no hubo atadura que pudiera con ella, siempre en búsqueda de la libertad. Nada que forme parte del orden establecido forma parte de la vida de esta artista que prefiere comer parada para no hacerlo sentada como cualquier humano común y corriente.
Gestos o “intervenciones”
Destrucciones de colchones, gallinas tiradas desde un helicóptero, un obelisco de pan dulce o un Partenón de libros, son algunas de esas movidas de Minujín que jamás serán olvidadas por lo inquietantes y porque también quisieron dejar con el “ruido” una mirada crítica de la realidad.
En búsqueda de un arte único desarrolló lo que dio en llamar “Happenings”; que ella define como “obras desarrolladas en un tiempo corto por un artista plástico donde todo ocurre al mismo instante por lo que no se pueden prever las reacciones”. La primera manifestación de este tipo la realizó al abandonar París con una suelta de aves y la quema de colchones; así, lo que aparentaba simple destrucción se convirtía en espectáculo. Es la exposición de un arte o realización que tuviera impacto sobre el espectador para sacarlos de la habitualidad.
El Instituto Di Tella como sede y sustento
Alrededor de 1964 se convirtió Marta Minujín en una habitué del Instituto Di Tella. Era este un célebre centro cultural que era el núcleo de la Vanguardia Artística Argentina. En ese espacio encontró ella el vehículo ideal para mantener en ejercicio el impacto que quería lograr con su obra. Fue también ese lugar el punto en el que tomó contacto con otros artistas que, desde sus espacios, habían comenzado también exploraciones diferentes. Con su obra “Revuélquese y viva” en la que había utilizado colchones flúo para la promoción de sensaciones eróticas, gana el premio Di Tella y a partir de allí comenzó incrementar su obra en presentaciones y triunfos.
La búsqueda de un planteo social
Marta Minujín no buscaba ser reconocida sino generar un espacio social de búsqueda y reflexión. Con esa perspectiva creó “La menesunda” en 1963. Consistía en una obra instalada en el Instituto Di Tella que contaba con 16 espacios distintos que los espectadores debían recorrer sin saber con qué situaciones se iban a enfrentar. Podían encontrarse en una ciénaga o de pronto en un cubo con papeles fluorescentes o con una pareja viva en la cama, entre muchos otros impactos sensoriales para una sociedad preponderantemente conservadora.
Cómo un gesto también de mayor intervención y vínculo del arte con la sociedad, creó, por ejemplo, en el 2012 un tríptico fotográfico del que formaron parte ella junto con la doble oficial de Margareth Thatcher. La escena las mostraba sentadas de espaldas y luego vinculadas, rodeadas de maíces con lo que quiso ponerse en primer plano un conflicto internacional que durante 2012 existía por el también llamado oro latinoamericano.
El programa artístico de Marta Minujín es amplio y perpetuo. Con una fuerte convicción de que el arte debe encontrarse fuera de los museos, sigue año a año sorprendiendo con nuevas realizaciones en la que los espectadores son invitados a ser parte.