León Ferrari, arte inquietante

FOTOTECA

Ferrari provoca con obras de arte de un moderno realismo y reflexiona sobre los conflictos sociales y las distintas formas de dominación.

Es la obra artística de León Ferrari una suma de innovaciones, provocaciones y materiales de los más variados. Su vida y producciones pueden configurarse tanto en Argentina como en Italia y Brasil. De cada ámbito tomó una doctrina que tradujo en arte incansable hasta que en el año 2013 abandonó la vida terrenal para pervivir eterno en su arte, por muchas razones, inolvidable.

Ingeniero de estudio, artista por elección

León Ferrari mamó el arte desde pequeño puesto que su padre fue un arquitecto y diseñador de renombre y su madre una ceramista. Esa cuna fue seguramente la que lo impulsó a encontrar en el arte una manera de expresión que se comienza a gestar por el año 1946 como dibujante y pintor. Su vínculo aunque intenso con la pintura no era privativo, es decir, no se había convertido por esta época en el centro de su actividad puesto que se encontraba, además de recientemente casado, muy cercano a recibir su título de Ingeniero. Un viaje por cuestiones de familia lo lleva a Italia en 1950 y es allí donde comienza a dar espacio a su desarrollo imaginativo y artístico a través del trabajo con cerámica, yeso, cemento, madera y alambres de acero inoxidable. Como culminación de este proceso realiza sus primeras exposiciones en la vía Margutta de Roma y en la galería Cairola de Milán. A este último lugar, volverá tras un corto regreso a Buenos Aires, para afincarse por un tiempo con un taller desde el que iniciará una etapa de dibujos entre los que se encontrarán ilustraciones de poemas de Rafael Alberti.

Pérdidas, exilios y reacciones

La dictadura militar -que habría desaparecido a uno de sus hijos- lleva a Ferrari a un exilio en San Pablo en 1976, del que no retornaría definitivamente hasta 1991. Es tal vez en este entorno en el que su obra toma la verdadera connotación reaccionaria por la que más tarde se definiría al artista. Una suma de artículos periodísticos que pueden verse en la web del artista acerca de las condiciones en que vivían los exiliados durante la dictadura, dan verdadera cuenta del lugar que ocupó este conflicto social en su vida. Su obra abarca diversos ámbitos y perspectivas pero siempre con la idea subyacente de la denuncia a los abusos de poder y la intolerancia social. Es por ello que la religión católica fue un fuerte blanco de su inspiración así como también los totalitarismos y las represiones armadas. Su estadía en Brasil implicó un importante proceso de cambio para la producción artística de su arte porque allí fue donde tomó contacto con artistas variados y pudo experimentar nuevos materiales y procedimientos. Entre los artistas con los que se vinculó pueden mencionarse Regina Silveira, Julio Plaza, Carmela Gross, Alex Fleming y Marcelo Nietsche; todos ellos estandartes de la obra de experimentación. Es el momento en que la fotocopia, el arte postal, la litografía, la microficha, el video o el libro de artista, entre muchas otras manifestaciones, ganan terreno de cara a la producción de un arte preponderantemente inquietante.

Una impactante forma realista

Radicado definitivamente en Argentina desde 1991, el artista plástico comienza a ganar fama por su arte y por la polémica que con ella generaba. Una de sus más famosas muestras, llamada “Braille” plasmó poemas del escritor Jorge Luis Borges en escritura para ciegos sobre desnudos del artista Man Ray. Pero quizás una de las más complejas intervenciones públicas que montó fue la del Centro Cultural Recoleta de 2004, donde su severa parodia a diversos símbolos católicos hicieron que el entonces Arzobispo Bergoglio, -actualmente Papa- presentara un amparo para detenerla judicialmente. Semejante provocación implicaba para algunos sectores el arte de Ferrari, que la muestra sufrió además múltiples manifestaciones opositoras y atentados vandálicos que llevaron al propio Ferrari a clausurarla.

Con aparente abstracción, la obra de Ferrari no abandona en ningún momento el vínculo con la vida. Elocuente e inquietante, su perspectiva refleja el conflicto y no deja de abrir nuevos diálogos, porque como él bien sabe, callarse y no decir es morir todos los días un poco.

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