Piazzolla, el primer punk

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Su tango innovador y de vanguardia supo encontrar un lugar dentro de la cultura.

Marplatense, nacido en los años ’20, Piazzolla fue un genial compositor y bandoneonista que supo mantenerse siempre a la vanguardia. Creador de una impronta propia, consiguió sobrepasar las críticas para darle un nombre nuevo al tango argentino.

La revolución del tango

Piazzolla fue uno de esos grandes de la historia, capaz de imponer un estilo aunque todo el entorno indicara lo contrario. Mientras vivían en Nueva York, su padre compró en 1927 el primer bandoneón para su familia -quizás por la nostalgia de la patria abandonada-, y nunca se imaginó lo que significaría aquel instrumento en la vida de su hijo. Piazzolla llevó el uso del bandoneón a sus últimas consecuencias y generó una mixtura en la que combinó tango con jazz y con música clásica. “Asesino del tango” fue apodado pero el tiempo le dio la oportunidad de formar parte de la historia de la música nacional como un innovador de gran calidad.

Una serie de influencias

No construyó Piazzolla un mundo desde su propio espacio. Varias fueron las influencias que gestaron su cosmovisión y cada una fue dejando una huella en su formación que, de alguna manera, después se harían notar. Siendo joven se vinculó con el también bandoneonista y compositor Aníbal Troilo; tuvo su momento junto a Osvaldo Pugliese y en 1934 se encontró con Carlos Gardel en la neoyorquina Manhattan. Filmó junto a la principal voz del tango la película El día que me quieras y cuando regresó a Buenos Aires en 1937 intentó insertarse con todo el bagaje de información que traía a sus espaldas desde la cuna en  la época en que reinaba el tango tradicional.

Su gran aporte cultural

Piazzolla defendió su música afirmando que era “Música contemporánea de Buenos Aires”. Su debate se gestó al momento de  definirse tanguero o compositor de música y mientras de noche interpretaba sus creaciones en Bares Nocturnos, de día se la pasaba asistiendo a la Orquesta del Colón. Como resultado de esta “doble vida” se da paso a esa mezcla musical que poco a poco logró ganar terreno. Quizás el punto de mayor auge de su carrera se alcanzó con su composición Adiós Nonino que realizó durante una estadía en Nueva York, en 1959, tras la muerte de su padre.

Tras Piazzolla, el tango pudo tener una nueva mirada lejos, quizás, del compadrito y del farol.

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