Construido sobre el antiguo puerto de Buenos Aires, fue urbanizado y sus calles tienen un común denominador: los nombres de mujeres que lucharon por la igualdad en el acceso a derechos sociales, civiles y políticos; heroínas en batallas emancipadoras, feministas, intelectuales, científicas y artistas, en definitiva, revolucionarias de su época. En este apunte les contamos la historia de vida de Azucena Villaflor.
“Una mujer de pueblo”
Una de las 31 calles de Puerto Madero lleva el nombre de Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo. “Una mujer de pueblo”, así la recordaba Emilio Fermín Mignone, referente histórico de los derechos humanos en la Argentina y el mundo. Ella buscaba a su hijo, secuestrado por la última dictadura militar, la misma que la secuestró a ella y posteriormente la arrojó al mar, viva, en los terroríficos “vuelos de la muerte”. Hoy sus restos descansan en la Plaza de Mayo, lugar donde hace más de 30 años, ella y otras madres, participaban de la ronda de los jueves buscando a sus hijos desaparecidos. Su cuerpo fue encontrado por una lugareña en la costa de Santa Teresita, Provincia de Buenos Aires.
Una buena vecina
Antes de ser una Madre de Plaza de Mayo, Azucena fue simplemente una madre, de clase media de Sarandí, que se encargaba de su casa, sus hijos y marido, pero también de sus vecinos y de los problemas que había en el barrio, como lo recuerda su hija, en relación al servicio del gas. Una mujer solidaria, cariñosa y sobre todo una líder nata“(…) Siempre digo que los siete meses que Azucena estuvo con nosotros fueron fundamentales. Llegaba a la Plaza y enseguida todas nos íbamos con ella. Lo digo porque tenía esa aptitud, cosa que nosotras no teníamos, la recuerda Aida Sarli, una de las tantas Madres que conoció a Azucena en la ronda de los jueves.
Además de Azucena, las calles recuerdan y reivindican a otras luchadoras en defensa de los Derechos Humanos, también mujeres participes de movimientos emancipatorios, literatas del siglo XIX y XX, médicas comprometidas con la defensa de los derechos de la mujer, deportistas.
Contrastes
Este barrio encierra en su urbanidad el contraste de lo hermoso con lo exuberante, lo humano con lo artificial, lo necesario con lo inútil. Puede reivindicar en sus calles a mujeres luchadoras al tiempo que tiene en su centro neurálgico el Puente de la Mujer, dicho puente ha sido y es controversial en su estética y su utilidad: “Un puente inútil, una vergüenza –opina el arquitecto Juan Molina y Vedia–. Cosas artificiales, que no nacen de ninguna necesidad real y concreta: es la arquitectura de lo inútil. Este puente forma parte de ese sitio de exhibicionismo que es Puerto Madero.”
En definitiva, es un barrio con contrastes estéticos, urbanos, hasta sociales y que por ello vale la pena ser visitado y que el visitante saque sus propias conclusiones.